Lo vimos en una película que tiene mucho de ficción, pero también mucho de realidad. La Falla de San Andrés es una gigantesca fractura geológica que se extiende por aproximadamente 1.300 kilómetros. Recorre todo el estado de California, en los Estados Unidos y llega hasta Baja California, en México. Es, en concreto, el límite entre las placas del planeta Tierra del Pacífico y América del Norte.
Los expertos en materia de geología, dicen que este tipo de fallas es transformante. ¿Qué quieren decir con eso? Que las dos placas tectónicas se deslizan lateralmente una junto a la otra. La acumulación de tensión en esta área debido al movimiento de las placas crea un riesgo significativo de terremotos en la región.
Se dice que la falla de San Andrés podría generar un “caos mundial” por varios factores, principalmente debido a la probabilidad de un terremoto catastrófico, conocido como el “Big One”.
Un terremoto de caos mundial
Este potencial terremoto de gran magnitud podría devastar ciudades importantes como Los Ángeles y San Francisco, afectando no solo a millones de personas en el área sino también la economía global. La región de California es una de las más pobladas y económicamente activas del mundo, y un desastre de este tipo podría interrumpir el comercio, las cadenas de suministro y las infraestructuras clave en una escala sin precedentes.
Además de eso, un terremoto del nivel que todos temen tendría la capacidad de desencadenar efectos en otros sistemas naturales y de infraestructura. Por ejemplo, podría haber rupturas en las redes de gas y electricidad, incendios urbanos difíciles de controlar, y daños en puertos y aeropuertos, lo que paralizaría temporalmente el transporte y la economía de una región crítica
Predecir los terremotos es sumamente complicado. Sin embargo, estudios dedicados a la sismología dicen que la Falla de San Andrés ha tenido el tiempo suficiente para acumular energía que provoque un sismo de magnitudes catastróficas. Saber cuando ocurrirá, por ahora, es imposible.
Dicha incertidumbre le da un toque de alerta constante en la región, donde se siguen implementando medidas de prevención y construcción antisísmica para mitigar, en la medida de lo posible, el impacto de un posible terremoto devastador.