A medida que la IA se expande, el consumo energético de los centros de datos y las unidades de procesamiento gráfico (GPUs) necesarios para su funcionamiento se ha convertido en una preocupación crítica.
Y es que esta tecnología se ha convertido en una herramienta esencial en diversos campos, desde la medicina hasta la conducción autónoma, pasando por el entretenimiento y la comunicación; sin embargo, su desarrollo e implementación a gran escala requieren de una infraestructura considerable, especialmente en términos de centros de datos y GPUs de alta potencia.
¿Cuánta energía consume una IA?
Los centros de datos son la columna vertebral de la IA, proporcionando la capacidad de procesamiento necesaria para manejar enormes cantidades de datos y ejecutar algoritmos complejos. Estos centros están equipados con GPUs que consumen una cantidad significativa de energía.
A modo de ejemplo, la Nvidia H100 (una de las GPUs más avanzadas para IA) tiene un consumo energético comparable al de la Nvidia RTX 4090, una GPU diseñada para videojuegos de alta gama. Este alto consumo energético plantea la pregunta de si los beneficios de la IA justifican su impacto ambiental.
El impacto ambiental de la innovación
La IA no es la única tecnología que consume grandes cantidades de energía: desde las plataformas de streaming de video, hasta los videojuegos e incluso las criptomonedas también tienen un impacto considerable en el medio ambiente.
Puede que no lo sepas, pero plataformas como TikTok y YouTube requieren enormes recursos energéticos para procesar y almacenar millones de horas de video. Asimismo, los videojuegos, especialmente aquellos con funcionalidades en línea y gráficos avanzados, también dependen de GPUs de alta potencia y centros de datos para ofrecer una experiencia de usuario fluida.
Por su parte, las criptomonedas —en particular el Bitcoin— han sido ampliamente criticadas por su alto consumo energético y este ha sido uno de los factores clave en el aumento de las emisiones de carbono en el sector tecnológico.
¿Vale la pena?
La IA tiene el potencial de transformar sectores enteros, mejorando la eficiencia, la precisión y la capacidad de toma de decisiones.
En la medicina, por ejemplo, la IA puede analizar grandes volúmenes de datos para identificar patrones y predecir enfermedades, lo que podría salvar vidas y reducir costos médicos a largo plazo. En la agricultura, por su parte, la IA puede optimizar el uso de recursos y aumentar la producción, contribuyendo a la seguridad alimentaria global.
Además, aunque parezca irónico, la IA también es capaz de desempeñar un papel crucial en la lucha contra el cambio climático: algoritmos pueden ser utilizados para modelar y predecir los efectos de la contaminación, ayudando a desarrollar estrategias más efectivas para mitigar sus impactos. También puede mejorar la eficiencia energética en diversos sectores, desde la gestión de edificios hasta el transporte.
Innovar y regular
Para decidir si la IA vale el consumo energético, es crucial considerar no solo su impacto ambiental, sino también los beneficios a largo plazo que puede ofrecer. Según los expertos, el camino hacia un futuro sostenible incluye el desarrollo de GPUs y centros de datos que consuman menos energía y el uso de fuentes de energía renovable para alimentar estas infraestructuras.
Esto podría incluir, además, incentivos para empresas que inviertan en tecnologías verdes, así como sanciones para aquellas que no cumplan con los estándares de emisiones.