La startup de Elon Musk, Neuralink, se encuentra una vez más bajo el escrutinio de las autoridades y activistas por una serie de supuestas violaciones al bienestar animal y otras tantas prácticas laborales abusivas que se han venido filtrando de manera paulatina. Dejando en claro que el único foco de alarma no se encuentra en los pacientes a los que les están implantando chips cerebrales, sino en la propia infraestructura de la compañía.
De acuerdo con un reporte de Fortune, la ex empleada dela empresa, Lindsay Short, ha presentado una demanda contra Neuralink alegando que la obligaron a trabajar con monos infectados con herpes B en condiciones inseguras y que la despidieron después de anunciar su embarazo, siendo que, de hecho, ella interactuó con los especímenes esperando ya su bebé, por lo que se expuso en riesgo contra todo protocolo previo.
Short denuncia de manera directa que al interior de la firma existe un ambiente de trabajo hostil con plazos poco realistas, muchas atribuciones de culpas, cacerías de brujas y alta imposición de vergüenza cuando se presenta algún fallo interno.
Además de que denuncia la falta de protección adecuada al trabajar con animales portadores de un virus potencialmente mortal.
Neuralink y Elon Musk no abandonan las polémicas
Las acusaciones de Short, según lo reportado por los colegas de Bloomberg, se suma también a las investigaciones federales que Neuralink ya enfrenta por posibles violaciones de la Ley de Bienestar Animal durante sus fases iniciales de pruebas que ejecutaron antes de dar el salto con humanos, en donde el proceso no ha sido precisamente transparente.
La autoridades regulatorias de EE. UU. actualmente están examinando si la presión de Elon Musk para acelerar el desarrollo de la tecnología habría llevado a realizar pruebas apresuradas y fallidas en animales, causando sufrimiento y muertes innecesarias.
A eso se le sumarían los detalles que la demandante podría brindar sobre esa etapa. En una situación donde el historial de Neuralink con el tratamiento de animales ha sido cuestionado por grupos de derechos animales ya en el pasado.
Incluso el Comité de Médicos por una Medicina Responsable ha acusado a la empresa de utilizar métodos quirúrgicos incorrectos en monos, lo que provoca un sufrimiento innecesario. Pero a pesar de las críticas, la compañía a lo largo de los últimos dos años no ha parado de intentar mejorar la percepción pública sobre sus prácticas.
Llegando al grado de desarrollar instalaciones para sus animales de prueba que los empleados denominan Monkey Disneyland o Monkey Taj Mahal, por la cantidad de amenidades que le ofrecen a los sujetos de prueba.
Qué sigue para Neuralink
Los desafíos legales y éticos que enfrenta Neuralink resaltan las dificultades de las empresas en el campo de la investigación médica de alto riesgo. A medida que continúa con sus esfuerzos para llevar su tecnología de implante cerebral al mercado, es probable que se intensifique el escrutinio sobre su trato tanto a los empleados como a los animales.
El caso de Lindsay Short también pone de relieve la situación vulnerable de las mujeres embarazadas en el ámbito laboral. Donde, se supone, las empresas tienen la obligación de crear un entorno seguro y favorable para las trabajadoras en ese estado.
Todo lo contrario habría sucedido en Neuralink, donde abundarían las escenas de discriminación, el abuso y las represalias.