La NASA se ha marcado el objetivo de llevar una misión tripulada a Marte para finales de la década de 2030 o inicios de 2040 y Elon Musk vaticina que en cuestión de diez años aterrizaremos en el planeta rojo.
Pero para el doctor Noam Izenberg, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, las cosas no tendrían por qué ser exactamente así. De hecho, plantea que quizás resulte más inteligente que antes de aspirar a la exploración tripulada de Marte nos fijemos en otro de nuestros vecinos del Sistema Solar: Venus.
¿Por qué Venus?
“El paradigma actual de la Nasa es ir de la Luna a Marte. Intentamos defender a Venus como un objetivo adicional en ese camino”, señala Izenberg. Y no es el único que piensa así.
¿Cuáles son sus argumentos? En primer lugar, la proximidad. La distancia varía según las órbitas, pero la NASA estima que oscila entre 38,2 y 261 millones de kilómetros para Venus, mientras que para Marte, la agencia espacial estadounidense habla de entre 54,6 y 401,4 millones de kilómetros.
Esto quiere decir que podríamos realizar un viaje tripulado a Venus en menos tiempo: en lugar de los hasta tres años que llevaría una expedición de ida y vuelta a Marte, una misión a Venus duraría cerca de un año.
Esta experiencia nos permitiría conocer mejor el planeta, pero también nos proporcionaría un aprendizaje valioso sobre misiones tripuladas y exploraciones prolongadas.
Otra ventaja de incorporar a Venus en el plan es que, aunque parezca un desvío, reduciría el tiempo y el combustible necesario para llegar a Marte, gracias al aprovechamiento de la gravedad misma del planeta.
El objetivo de la misión a Venus podría ser independiente o formar parte de una misión final al planeta rojo. Aún así, “se aprendería cómo se trabaja en el espacio profundo, sin comprometerse con una misión completa a Marte”, agrega Izenberg.
Las ventajas de explorar Venus también se han debatido en el Congreso Internacional de Astronáutica (IAC).
Y entonces, ¿por qué Venus no aparece ni en las cómicas?
“Venus tiene mala reputación porque su superficie es muy difícil”, lamenta Izenberg.
La idea no es que los humanos aterricen en Venus, un planeta con condiciones de presión y temperaturas infernales y nubes de ácido sulfúrico, sino sobrevolar su superficie y, si es posible, desplegar sondas y rovers para inspeccionar los volcanes y analizar sus características.
Las reflexiones del experto sobre la atractiva posibilidad de una misión a Venus se han plasmado en el informe “Meeting with the Goddess”, editado junto al economista jefe de la NASA, Alexander Macdonald. Ahí, destaca la valiosa información que podríamos obtener:
Un mayor conocimiento de Venus podría ayudarnos a comprender por qué un planeta aparentemente similar a la Tierra en tamaño, masa y distancia al sol presenta condiciones tan inhóspitas para la vida, información valiosa que podría contribuir a nuestra comprensión de los exoplanetas.