Alimentarnos es una necesidad básica y además tenemos muchas evidencias de que lo que comemos tiene un impacto en el funcionamiento de todo nuestro organismo y nuestro bienestar general.
Pero a veces entre la información valiosa que nos puede dar una idea de qué cosas son mejores para nosotros, como comer más frutas y verduras, se cuelan algunos prejuicios o mitos sobre la nutrición, como los siguientes.
El desayuno es la comida más importante del día
Este mito seguramente lo has escuchado mucho: quizá te lo dijo tu mamá cuando querías irte a la escuela sin desayunar, o te lo ha dicho algún amigo recientemente.
Te tengo una noticia: cuando tu mamá te lo decía tenía toda la razón, no solo porque las mamás siempre tienen la razón, sino porque cuando estamos creciendo, cada comida que hacemos es crucial en nuestra nutrición.
Ahora que eres adulto, eso no es igual: hay estudios que muestran que saltarte una comida, ya sea el desayuno o la cena, puede tener beneficios metabólicos.
Debemos enfocarnos solo en las calorías
Es cierto que una de las razones por las que comemos es para darle a nuestro cuerpo los requerimientos energéticos que necesita, y que un desbalance entre la cantidad de calorías que consumimos y las que gastamos puede llevarnos al sobrepeso y la obesidad.
Sin embargo, para una buena nutrición no solo debemos considerar las calorías que nos aportan los alimentos, sino también los nutrientes que nos aportan.
Por ejemplo: una manzana mediana y una galleta de chispas de chocolate tienen la misma cantidad de calorías, pero en la segunda opción, son “calorías vacías”, porque no nos aportarán otros nutrientes.
Las grasas son malas
Las grasas son un tipo de nutriente esencial: los lípidos son importantes pues forman parte de tejidos del cuerpo y algunos como el colesterol, funcionan como precursores de hormonas.
Sin embargo el temor de incluir grasas en nuestra dieta, no solo tiene que ver con la nutrición, sino porque sabemos que un exceso de ellas puede bloquear nuestras arterias y causarnos problemas cardiovasculares.
Pero esto no quiere decir que debemos evitarlas, solo que debemos consumirlas con moderación.
Los carbohidratos son malos
Tememos a los carbohidratos quizá tanto como a las grasas, pero son otro nutriente esencial.
Los carbohidratos que comemos se clasifican en: fibra, almidones y azúcares. Estos dos últimos son objeto de nuestras principales preocupaciones nutricionales, porque son los que nos proporcionan las también temidas calorías.
Pero justo por eso es que debemos comerlos: los necesitamos para tener energía y si se trata de fibra, esta es muy importante para nuestra digestión.
Los alimentos frescos son mejores que los congelados
Muchas veces leemos consejos de salud que mencionan que los alimentos frescos son mejor fuente de nutrientes, que cuando están congelados.
Pero solo es cierto si se trata de frutas y vegetales casi recién cortados, pues por cada día que pasan almacenados, van perdiendo una cierta cantidad de esos nutrientes.
Por esa razón los vegetales que se congelan apropiadamente después de cosecharse pueden ser una mucho mejor opción, pues conservan muchas de sus vitaminas y minerales, casi como si estuvieran frescos.
Todos los jugos son saludables
Tomar un jugo verde o un smoothie puede hacernos sentir como si estuviéramos haciendo algo muy bueno para nuestra salud, y podría ser que es así, o no.
Todo depende de si se trata de un jugo recién preparado con frutas o verduras que aportan nutrientes, pero si en lugar de eso se trata de un jugo procesado, generalmente va a contener azúcares añadidos, que lo harán un poco menos saludable.
Es mejor comer porciones pequeñas en comidas frecuentes
Muchas personas piensan que si le dan a su cuerpo un trabajo “continuo”, con varias comidas pequeñas al día, en lugar de dos o tres grandes, su metabolismo funcionará mejor.
Sin embargo no está comprobado que eso funcione así, en realidad lo importante es que entre todas tus comidas cumplas con tus requerimientos energéticos y nutricionales.
Así que no está nada mal si quieres ser más saludable a través de tu alimentación, pero es importante que tomes en cuenta la información basada en evidencia para que realmente puedas beneficiarte.