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El Camino: una película de Breaking Bad es el epílogo perfecto de la serie perfecta [FW Opinión]

SIN SPOILERS: unas breves reflexiones sobre la experiencia de El Camino: Una Película de Breaking Bad y la complejidad de lo que relata.

¿Cómo hacer una película de Breaking Bad sin arruinarlo todo? Parecía una acrobacia imposible. La existencia de El Camino comenzó como un rumor que cuando se vio confirmado se convirtió también en el temor de los mayores fans de la serie.

Aun así las ansias y expectativas eran más altas. Better Call Saul nos demostró que Vince Gilligan era el único capaz de lograr expandir ese universo concluido sin hacer el ridículo.

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Y la idea de regresar a la línea del tiempo protagonizada por Jesse Pinkman y Walter White para atar algunos cabos sueltos resultaba innegablemente atractiva. Casi como algo que no sabíamos que necesitábamos hasta que lo vimos a nuestro alcance.

Bajo ese contexto fue que quien escribe estas líneas vio El Camino: Una Película de Breaking Bad. Y hay bastante qué comentar, caray que sí.

Imperdible y no hace falta

Si nos siguen desde hace rato en FayerWayer sabrán que aquí estamos obsesionados con Breaking Bad y Better Call Saul.
Uno de los principales motivos de dicha devoción es el cuidado minimalista en los detalles que interconecta a varias capas y niveles el universo creado para estos personajes.

Ver la serie original, con las primeras dos temporadas en un maratón de Netflix y el resto un episodio a la semana, como la mayoría de los fans en su momento, fue una experiencia extrema.

Una montaña rusa de emociones, que tuvo varios puntos climáticos para alcanzar niveles inconcebibles en sus últimos episodios.

Sobran las listas en donde el final de Breaking Bad es considerado como uno de los mejores en toda la historia de la televisión. ¿Entonces para qué hacer una película que le diera continuación a eso?

Basta ver el episodio final de Breaking Bad para rememorar la sensación original. Llena de satisfacciones por el equilibrio de lo narrado.

Pero también lleno de dudas por el desenlace marcado para muchos personajes. Particularmente el caso de Jesse Pinkman dejaba un sabor de boca encontrado.

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Con la satisfacción de ver esa última escena con él a cuadro; pero con la franca incertidumbre de qué habrá sucedido dos minutos después de que dejamos de verlo.

Podíamos perfectamente habernos quedado ahí. Pero El Camino es una experiencia casi indispensable para quienes han visto la serie y les significa algo trascendente.

Como Twin Peaks

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El Camino exige una memoria casi fotográfica para recordar los detalles más discretos pero reveladores sobre el arco argumental y evolución del personaje de Jesse Pinkman.

Se vale de recursos narrativos astutos para mantener el ritmo y la tensión a tope en todo momento. Y es aquí donde viene una de sus ambivalencias más peculiares.

El Camino funcionaría mejor en una sala de cine, con toda la atención puesta en la pantalla para sumergirse en su montaje.
Que se conduce con precisión milimétrica entre guiños, referencias, vaticinios y un brutal tercer acto de redención. Aunque pierde buena parte de su encanto si hay factores de distracción mientras se mira.

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Pero la manufactura al mismo tiempo luce como un capítulo extendido de una serie de TV con sólo un poco más de presupuesto. Muy similar a lo que en su momento sucedió con Twin Peaks: Fire Walk With Me.

Resulta una navaja de doble filo, porque Vince Gilligan se mantiene fiel a la esencia de lo que fue Breaking Bad, incluso en su apartado visual que dista de ser 100% cinematográfico. Es televisión de la máxima calidad. Pero TV.

Se trata de jalar el gatillo: Un epílogo imposible y perfecto

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Aun así, lo que más importa, como en todo, es el relato. Y aquí nos encontramos con una historia sólida, contundente e innegablemente buena. Aunque habrá quien la considere innecesaria.

La historia de Breaking Bad es tan buena maquillando sus huecos que en realidad no nos habíamos dado cuenta de lo inconclusa que había quedado la historia de Jesse Pinkman hasta que el propio Gilligan nos presentó El Camino.

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Desde los primeros episodios el personaje de Aaron se mostró como un personaje vulnerable, frágil, con una esencia noble terriblemente torcida, vuelto un hijo involuntario, una mascota en contra de su voluntad; y que podía ser asesinado de forma brutal en cualquier momento.

Hay detalles muy concretos y reveladores sobre la senda de este antihéroe, migajas regadas a lo largo de todas las temporadas de Breaking Bad y que aquí encuentran una conexión completa.

Para dejarnos con la sensación de que todo siempre estuvo ahí; haciendo falta únicamente ese momento donde Jesse no podía hacer las cosas bien pero sí redimirse; en base a destrozar sus propios fantasmas que siempre lo dejaban impotente detrás del gatillo.

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Para darle sentido a todo y confirmar con un montaje contundente lo que su propio creador siempre había sostenido: en el fondo Breaking Bad siempre fue un western.

Al final, El Camino: Una Película de Breaking Bad es un epílogo imposible y entrañable.

Vince Gilligan lo logró de nuevo.

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