El 21 de abril no sólo fue de especial significado para el mundo creyente, sino que también para el universo geek: se celebran los treinta años de la Nintendo Game Boy, lanzada en abril de 1989.
Es imposible ser gamer y no reconocer la influencia de la portátil de Nintendo en el mundo. Para ese entonces, la idea de tener una consola que pudieras llevar a todos lados era inaudita, y la mayoría se conformaba con la creciente NES o con los resabios de Atari y Commodore, dentro del hogar y conectados a la corriente.
Sin embargo, Game Boy lo cambió todo: cartuchos pequeños e intercambiables en un factor de forma pequeño y portátil, perfecto para llevar a todos lados, y con una biblioteca que se volvió icónica con el tiempo. Por supuesto, tenía sus desventajas: el Game Boy original necesitaba muchísimas baterías y la pantalla era imposible de usar a oscuras, pero nada de eso impidió que se transformara en un fenómeno mundial.
De todas maneras, antes del éxito, la llegada de clásicos como Pokémon o Link’s Awakening, vino Tetris. El incombustible título de puzzle formó parte del catálogo de lanzamiento de la consola, como se ve en esta propaganda de 1989.
Nintendo produjo una serie de infomerciales donde presentaba el Game Boy como «la próxima generación de videojuegos»: mientras la NES dominaba en el hogar, la Game Boy podía ser esa consola que llevaras a todas partes.
Muchos de los puntos de venta de la consola en ese entonces eran revolucionarios, aunque no deja de tener algo de engaño: la Game Boy era bastante más poderosa que la NES, pero las limitaciones en pantallas de bajo consumo no le permitieron tener sprites en color hasta la llegada de la Game Boy Color, casi 10 años después.
Otro punto importante en el marketing de la consola fue su foco transversal: no sólo los niños pueden jugar, los adultos también. Este dato es clave: hasta ese momento era muy difícil entender los videojuegos como un mercado para grandes y chicos, y la Game Boy llegó precisamente a ponerse en ambos lados del diagrama, con ‘simuladores’ deportivos que fueran atractivos para el público más maduro.
De todas maneras, Nintendo sabía que los niños y adolescentes eran el objetivo: con publicidad muy caótica y divertida, la Game Boy pregonaba «tu poder, para llevar».
Por último, está este comercial japonés que ya tiene bastante de bizarro: niños australianos jugando con la consola con una música que muy poco tiene que ver con todo lo demás. Es el primer acercamiento del público a la portátil, y rumores basados en estas imágenes plagaron las revistas especializadas de la época.
Fuera de estos comerciales -que son un golpe duro a la nostalgia- nos quedamos con su increíble éxito: 118 millones de unidades vendidas en todo el mundo, a lo largo de lo que fue casi una década.
¡Feliz cambio de folio, Game Boy!