Parece ilógico discutir en estos momentos si las vacunas nos están haciendo más mal que bien. Sin embargo, en estos momentos el mundo está colmado de gente que le da poca credibilidad a este sistema de protección contra posibles infecciones. De hecho, existe la creencia de que estos procedimientos aumentan las probabilidades de sufrir autismo.
No es broma: de hecho la OMS ya lanzó una alerta sobre la amenaza de los movimientos antivacunas. Según la organización, su existencia ha permitido que enfermedades que se creían controladas volvieran a tomar vigencia. Por ejemplo, esto sucedió con la sarampión cuyos casos a nivel mundial se dispararon más de un 30% en un año.
Se cree que el origen de los movimientos antivacunas se dio gracias a un hombre llamado Andrew Wakefield. En 1998 este ex cirujano había presentado una investigación que relacionaba a la vacuna triple viral con la manifestación del autismo. Pronto se descubrió que las pruebas que mencionaba eran falsas y que Wakefield tenía un conflicto de intereses financiero. Al faltar a la ética profesional, a Wakefield se le retiró su licencia médica. No obstante, esto no evitó que numerosas personas creyeran en los resultados de la investigación.
Por eso es natural que la comunidad científica de todo el mundo se esté preocupando por este hecho. Así, para combatir la desinformación que reina en las redes sociales actualmente, se deben hacer esfuerzos por hacer que la gente vuelva a creer en la medicina. En caso contrario, los resultados podrían ser catastróficos para la especie.
Limpiando el nombre de la Triple Viral
Por eso un grupo de científicos daneses se dieron a la tarea de desmentir directamente lo que hizo Wakefield. Por eso hicieron una investigación para verificar si había algún efecto negativo de la vacuna de la Triple Viral (sarampión, paperas y rubeola).
Así, tomaron los datos de niños nacidos en Dinamarca entre 1999 y 2010. De esta forma fueron 657.461 los sujetos usados para verificar si este tipo de vacunas aumentaban el riesgo de sufrir de autismo.
Cerca de un 95% de los niños estudiados habían recibido la vacuna. Además, 6.517 de ellos fueron diagnosticados con autismo. Finalmente se comprobó que la Triple Viral no aumentó los riesgos de autismo en niños que no tenían la tendencia y tampoco se activó en aquellos con probabilidades altas de autismo.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores del Statens Serum Institut de Dinamarca. El documento correspondiente fue publicado en Annals of Internal Medicine.