Los estudios sobre longevidad no son cosa nueva, tienen rato realizándose desde prácticamente cualquier ángulo concebible, pero en esta ocasión el abordaje resulta sorprendente. Para el estudio, se tomó a 500.000 sujetos, que fueron puestos bajo observación por años, comprobando que aquellos que consumían alimentos picantes bajo un promedio de 6 a 7 veces por semana redujeron en un 14% su riesgo de morir en forma prematura, si se comparaba contra aquellos individuos que sólo comían picante una vez a la semana.
Los resultados de la investigación encuentran una extraña, y todavía inexplicable correlación entre la disminución del riesgo de morir a causa de enfermedades infecciosas, respiratorias o cardíacas y el elevado consumo de picante. Aunque aparentemente la combinación ganadora sería no beber ni una gota de alcohol y mucho mucho picante.
Parte de la explicación con la que se busca justificar esta relación de salud y mortalidad está en la composición de los alimentos picantes, donde se toma como ejemplo la pimienta y su alta concentración de capsaicina, que funciona como antiinflamatorios, antioxidantes y paliativo contra el cáncer. De modo que a mayor consumo de estas sustancias benéficos mejores son las posibilidades de longevidad.
La realidad es que el estudio tienen demasiado puntos para argumentar, de entrada no se profundiza a detalle sobre la dieta picante de los sujetos de estudio, y el control de alimentación del medio millón de involucrados parece poco controlado. Aunque el fenómeno de correlación existe, de manera coincidente o no.