Cuando se anunciaron los AirPods en 2016, muchos analistas pensaron que serían un fracaso. Fue la movida llena de “coraje” de Apple de mover la aguja hacia un mundo más inalámbrico, y vaya que les funcionó.
Hoy en día los AirPods por sí solos son un negocio tan grande para Apple que si fueran una compañía, superarían a varias del rubro de la tecnología. Podrían vender solo audífonos y ganar en Silicon Valley.
Existen muy pocas marcas que no hayan intentado sacar un “clon” o su “propia versión” de estos aparatitos, y por eso mismo el panorama es más complejo para los AirPods de tercera generación, ya no corren solos.
Aún así, es difícil no tentarse con elegir una opción de la marca con la facilidad de uso dentro del ecosistema. Estás en tu MacBook en una telellamada y en un tris te vas escuchando música en tu iPhone a otro lado. Ese nivel de simplificación son lo que los llevaron a triunfar y ser el estándar de comparación para todo el resto.
¿Y qué tienen de nuevo?
Pues muchísimo, partiendo por un diseño muy similar a los AirPods Pro, pero sin gomita, siguen siendo de punta dura y diseño abierto. El tallo es más corto y se controlan con aprietes, no con taps, para felicidad de tus tímpanos.
El case tiene carga inalámbrica y es compatible con el cargador MagSafe de los iPhone. Ahora la batería dura hasta 6 horas más que los de segunda generación.
Todo lo anterior sería un buen argumento para vendertelos, pero además suenan profundamente mejor, con un bajo mucho más presente, sin ser exagerado. Suficiente separación de pistas para un audífonos que tiene que servir para todo, incluyendo llamadas (por cierto, el micrófono es de primera).
Al final solo se separan de los AirPods Pro al tener punta dura y carecer de cancelación de ruido, porque el audio espacial está presente y funciona muy bien con Dolby Atmos y todas esas nuevas locuras que podrían ser -o no- el futuro del audio en películas, series y álbumes.
En mi caso prefiero los Pro, porque ahuyentar el ruido de fondo se me hace esencial para poder escuchar música más despacio, además de que la gomita me hace sentir más seguro. Estos son más cómodos y casi ni se sienten. Al final es cosa de gustos.