Dicen que mientras más dinero, más problemas. En el caso de Elon Musk, además de plata, mientras más compañías, más dolores de cabeza. Y es que el magnate no solo tiene que navegar por las turbulentas aguas de Twitter, sino que ahora está bajo la lupa del gobierno de los Estados Unidos.
El Departamento de Transporte de EEUU (DOT, por sus siglas en inglés), la agencia gubernamental que administra los otros departamentos de transporte estatales, está investigando a Neuralink, la empresa de implantes cerebrales de Musk, lo que representa un nuevo obstáculo en su intención de crear una interfaz neuronal para el cerebro humano.
De acuerdo con un informe publicado en el sitio web de Esquire, a raíz de una carta del Comité de Médicos de Medicina Responsable al DOT, la agencia Reuters informó que el referido Departamento abrió una investigación sobre Neuralink por “manejo inseguro de patógenos peligrosos tras la extracción de los implantes del cerebro de monos”.
Empaquetado y transporte inseguro
La carta asegura que “personas que trabajan para Neuralink parecen haber empaquetado y transportado de forma insegura materiales portadores de patógenos infecciosos en varias ocasiones”. En este caso, los materiales a los que hace referencia el texto son los implantes extraídos de cerebros de primates no humanos.
El texto alega que un empleado de la Universidad de California, en Davis, pasó por alto la normativa durante un experimento realizado en 2019.
Por su parte, un portavoz le comentó lo siguiente a Reuters: “Estamos llevando a cabo una investigación para asegurarnos de que Neuralink cumple plenamente la normativa federal y mantiene a sus trabajadores y al público a salvo de patógenos potencialmente peligrosos”.
Neuralink, hasta ahora, ha hecho pruebas con monos y cerdos. Musk, de 51 años, tiene el objetivo de crear una interfaz neuronal que los cirujanos implanten directamente en el cerebro, lo que podría restaurar la función motora y tratar trastornos neurológicos en pacientes que lo necesiten.