A principios de este año escribimos el review del MacBook Pro con procesador M1, el primer equipo con el flamante cerebro de Apple, que es esencial para entender esta reseña.
Nos sorprendió su poder porque, si bien corría con la potencia como si tuviera un chip Intel i9 de 10ma generación, no sonaba nada, no existía throttling o algún tipo de peak de temperatura considerable en su funcionamiento.
Lo dijimos y lo repetimos, es solo buen diseño. Y obvio, el cambio a ARM. En esta máquina estamos probando la versión con el procesador M1 Max y decir que vuela es poco.
Ahora bien, el uso que le doy yo a este computador jamás le va a hacer justicia a los flujos de potencia para los que fue diseñado, como trabajo gráfico intenso, edición 3D y más.
Lo más cercano que voy a estar de esa realidad es editando video en 4K de forma ligera, y producción musical pero que tampoco tiene la complejidad para poder hacer sudar a una máquina de este estilo. Fui testigo de como corría sin cuelgues y de forma extremadamente rápida una sesión con más de 1000 pistas en Logic Pro, con plugins incluidos. Infernal.
Internet está lleno de benchmarks que dan fe de su potencia, no es necesario repetirlos. Ahora, ojo, si lo que buscas es una máquina gamer, mira para otro lado. No es un tema de potencia (sobra), es un tema de que los juegos están pensados para otro tipo de arquitectura. Algunos están optimizados y corren de maravilla, pero la mayoría del catálogo disponible, al menos con calidad, es lo que ofrece Apple Arcade, y es más casual que “hardcore”.
En lo que respecta a su diseño, me encanta que tenga rasgos tan parecidos al PowerBook G4, por dar un ejemplo, con el teclado con fondo negro y un glorioso grabado en la parte inferior.
En la reseña pasada di como batalla perdida la de los puertos disponibles, el I/O, y es de mi agrado informar que Apple dio la vuelta y puso lector de tarjeta SD y HDMI. También volvió el cargador MagSafe, y no sabía cuánto lo extrañaba hasta ahora. Además, el puerto de audífonos tiene la potencia suficiente para usar audífonos de alto nivel sin un DAC. Me parece que hay virtud en reconocer los errores y Apple lo hizo, entendió que el público objetivo de esta máquina son, tal como dice su nombre, los profesionales y que ellos usan estas herramientas.
La pantalla es una exquisitez, corre a 120 Hz con ProMotion y es MiniLED, por lo que su reproducción de color y niveles de brillo (cuando son necesarios, como con algunos contenidos en HDR) son espectaculares. La muesca en la parte alta ha sido divisoria, pero ahora hay una webcam mucho más decente y si bien me hubiese gustado tener FaceID, además de TouchID en el teclado, estoy satisfecho. Los problemas de software que se reportaron en un principio se han ido limando y tal como con los teléfonos, te acostumbras.
El computador que estoy usando yo es el que tiene pantalla de 16 pulgadas y no es un equipo ultra ligero. Esa antigua obsesión de hacer todo más delgado quedó atrás en pos del rendimiento, eso se agradece, aunque se pierdan puntos en portabilidad.
Por cierto, los micrófonos siguen siendo de primer nivel y los parlantes solo superan al MacBook Pro con Intel de 2019, pudiendo no depender de un equipo externo para consumir contenido multimedia o hasta editar.
Si bien tiene un precio elevado, hay que entenderlo como una herramienta de trabajo, no es un computador de uso casual. A pesar de que logra esos objetivos sin ningún esfuerzo, hay otros ofrecimientos en el portafolio, como el MacBook Air, que podrían hacer más sentido dependiendo del uso que pretendas darle a la máquina.
En lo que a mí respecta, sé que hay profesionales agradeciendo que -al fin- el MacBook Pro de 2015, considerado el “último gran laptop profesional de Apple” por muchos, tiene una secuela, y que su procesador le lleva años de ventaja al resto.