La obsesión por captar señales que vienen desde fuera de nuestro planeta o más allá de nuestra galaxia, le puede jugar una mala pasada a los científicos que estudian los datos de los telescopios terrestres.
Una extraña y potente señal, que sólo aparecía en los horarios laborales, tenía a los expertos consternados y planteando cualquier cantidad de teorías sobre su origen.
¿Viene de afuera de nuestra galaxia? Era muy potente para ser tan lejana, pero al no encontrar su origen, la señal mantenía cualquier abierta cualquier posibilidad.
Sin embargo, después de intrigar a los científicos durante años resultó ser nada más y nada menos que un microondas común y corriente.
El peculiar incidente se remonta a 2007, cuando un equipo de astrónomos del telescopio Parkes en Australia detectó una breve y enigmática ráfaga de radio proveniente de una galaxia lejana.
La señal, apodada FRB 010724, encendió la imaginación de los expertos, quienes especularon sobre su origen, desde una civilización extraterrestre inteligente hasta un fenómeno astrofísico desconocido.
No obstante, la realidad resultó ser mucho más mundana. Tras una meticulosa investigación, los científicos descubrieron que la fuente de la señal no era un lejano sistema estelar, sino la sala de descanso del mismo telescopio Parkes.
El culpable: un microondas desprevenido. Al abrirse la puerta del aparato, se generó una breve ráfaga de radio que, por pura coincidencia, coincidió en frecuencia y dirección con la señal detectada por el telescopio.
Este peculiar caso nos recuerda que la ciencia, a pesar de su rigor y precisión, no está exenta de momentos cómicos y hasta un poco vergonzosos. La historia del “microondas extraterrestre” nos enseña que, incluso en la búsqueda de respuestas a los misterios del universo, no debemos descartar las explicaciones más simples, por más mundanas que parezcan.