Nuestro sistema solar, y la mayoría de los que los científicos han detectado, registran movimientos independientes de cada cuerpo celeste influenciado por su estrella masiva. Pero hay uno en especial, del que les contamos todos los detalles hace poco, que tiene la particularidad de que cada uno de los seis mundos que lo componen, se mueve en sincronía perfecta con respecto al otro.
Las teorías dicen que así nacen la mayoría de los sistemas planetarios, pero que con el paso del tiempo y la diferencia en los tamaños de cada mundo, se van convirtiendo en lo que conocemos.
Este en especial, llamado HD 110067, por su estrella anfitriona, tiene a los científicos maravillados, debido a que aunque tiene unos mil millones de años de existencia, sigue manteniendo esa sincronía perfecta entre sus mundos.
Expertos en exploración espacial se encuentran observando este sistema planetario, situado a unos 100 años luz de la Tierra para conocerlo a fondo y ver si existe la posibilidad de que en alguno de sus mundos se registre el desarrollo de la vida tal y como la conocemos.
¿Es posible la vida en uno de estos mundos?
Los expertos dicen que sí, que es posible que alguno de los planetas de HD 110067 albergue vida como la Tierra. Los planetas están situados en la zona habitable de su estrella, lo que significa que podrían tener agua líquida en su superficie. El agua líquida es esencial para la vida tal y como la conocemos.
Sin embargo, es importante señalar que la presencia de agua líquida no es una garantía de vida. Los planetas también necesitan una atmósfera que proteja a la vida de la radiación dañina y que proporcione los gases necesarios para la respiración. Además, los planetas deben tener una composición química adecuada para que la vida pueda evolucionar.
HD 110067 es una estrella naranja de tipo K, situada a unos 100 años luz de la Tierra. Es aproximadamente un 20% más fría que nuestro Sol, y ligeramente más pequeña con una masa de unas 0,8 masas solares.
Los datos de un equipo de astrónomos liderado por Rafael Luque, de la Universidad de Chicago, indican que sus planetas son una especie de subneptunos, es decir un poco más pequeños que Neptuno. Tienen masas entre dos y tres veces la masa de la Tierra, y sus órbitas son muy estrechas, con períodos orbitales de entre 5 y 10 días.
Esa danza que tienen, como una especie de sintonía perfecta se llama resonancia orbital, es decir que sus órbitas están sincronizadas entre sí. Esto significa que, por ejemplo, el planeta más interior completa tres órbitas por cada dos del siguiente planeta, y así sucesivamente.