El nombre de Qin Shi Huang tiene más de 2.000 años retumbando en cada rincón de China y de gran parte del continente asiático. Fue el primer emperador de lo que se conoce como la China Unificada y desde el hallazgo arqueológico de su mausoleo, hace más de medio siglo, no han parado de descubrir nuevos elementos.
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No hay dudas de que lo más llamativo ha sido la inmensa cantidad de estatuas que custodian su tumba. Hasta la fecha se han encontrado más de 8.000 ejemplares de los conocidos Soldados de Terracota. Sin embargo, cercano a donde descansan sus retos, hay una nutrida fuente arqueológica, que ha revelado información sobre las prácticas de la civilización, hace más de 2.000 años.
El Ejército de Terracota
Entre las más de 8.000 figuras, se encuentran carruajes y caballos, que fueron fabricados en tamaño real. Lo sorprendente de esto es que los arqueólogos encontraron que cada soldado tiene rasgos diferentes, lo que revela que cada uno fue tallado de manera individual.
El sitio Muy Interesante informa que se estima que alrededor de 700.000 personas trabajaron en la construcción del mausoleo. Además, dicen que se tardaron aproximadamente 38 años en terminar la obra, que habría iniciado justo cuando Qin Shi Huang asumió su mandato.
Tecnología militar de punta
El descubrimiento del mausoleo de Qin Shi Huang sirvió para que la ciencia encontrara que las antiguas civilizaciones de China manejaban altas tecnologías, en el sector militar. Hallaron restos de armas de bronce como espadas, lanzas, ballestas y puntas de flecha.
Nadie quiere abrir la tumba
Los arqueólogos temen indagar en el interior del sarcófago por temor a encontrarse con lo único que ningún investigador científico se quiere cruzar: una trampa milenaria.
De acuerdo con lo que informa IFLScience, esta tumba de 2.233 años de antigüedad podría contener una serie de trampas explosivas o químicas, que atentarían directamente la vida de quienes realicen el trabajo.
“Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se usó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtze y el río Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente”, dice un escrito realizado 100 años después de la muerte del emperador, encontrado en una excavación cercana a donde fue encontrado el sarcófago.