Generalmente, ante el planteamiento de una hipotética explosión nuclear en una gran ciudad la idea más común es que el calor y la onda de choque podrían aniquilar a cualquiera al instante. Pero en realidad existirían algunos lugares mucho más mortales que otros para encontrarse en un edificio y un grupo de científicos lo ha determinado ahora con exactitud.
Para ser francos la idea de que pueda existir un incidente nuclear dentro de una metrópoli es un riesgo real y latente. La perfecta muestra de ello es que durante 2022 sobraron los retratos generados por más de una Inteligencia Artificial en donde ilustraban el fin del mundo como un entorno post-apocalíptico con marcas de devastación por ataques atómicos.
Bajo tal parámetro y contexto al parecer una comunidad de expertos decidió responder una duda concreta sobre los riesgos reales que podría correr cualquier sujeto que se encuentre en un edificio al momento que ocurre una explosión nuclear.
La tecnología ha avanzado bastante en estos años, así que el estudio ha sido capaz de determinar con precisión cuáles serían los lugares más mortales donde uno podría encontrarse al momento de este incidente.
Esta es la parte de cualquier edificio más letal en caso de una explosión nuclear
AIP Publishing acaba de liberar los resultados del más reciente proyecto de investigación, desarrollado por investigadores y científicos de la Universidad de Nicosia en Chipre, quienes buscaron comprobar cómo no puede salvarte de la magnitud de una explosión nuclear el encontrarse a kilómetros y escondido en un edificio.
Por el contrario, habría escenarios y circunstancias específicas en las que sería aún peor encontrarse lejos de la zona del incidente. Para concluirlo los científicos crearon un modelo computarizado sobre las repercusiones que causaría una cabeza nuclear de 750 kilotones detonada en una ciudad.
A grandes rasgos, la bomba vaporizaría en una bola de fuego a cualquier que se encuentre en un radio de poco menos de un kilómetro. Ahí los individuos ni siquiera se enterarían de lo sucedido prácticamente.
Lo más crítico lo vivirían las personas a 5 kilómetros de distancia del núcleo de la explosión, ya que en sólo 10 segundos se formaría una onda de choque con vientos capaces de mutilar a cualquiera en la vía pública o alojados en edificaciones endebles.
“Antes de nuestro estudio, el peligro para las personas dentro de un edificio reforzado con hormigón que resiste la onda expansiva no estaba claro. Nuestro estudio muestra que las altas velocidades aerodinámicas siguen siendo un peligro considerable dentro de la estructura y aún pueden provocar lesiones graves o incluso muertes”.
Es lo que explica el autor del estudio Dimitris Drikakis, detallando cómo quienes se encuentren en edificios de hormigón encontrarían la zona de mayor riesgo en las áreas cerca de puertas y ventanas.
Ya que la la dinámica de flujo con el viento de la onda de choque devastaría toda esa estructura y convertiría casi cualquier elemento en un proyectil de alta velocidad.
Eso sin contar el inevitable choque contra los muros que aplastarían a cualquiera por la fuerza de empuje e impacto.