De los muchos instrumentos que tiene la NASA, pocos tienen una tarea tan específica como el Satélite de Estudio de Exoplanetas en Tránsito (TESS, por sus siglas en inglés). El único trabajo de esta herramienta es buscar mundos fuera de nuestro sistema solar y si es posible fuera de nuestra galaxia. Sin embargo, los científicos que manejan este satélite, lo utilizaron para identificar otro tipo de cuerpos celestes.
Se trata de un grupo de estrellas gigantes rojas, unos objetos abundantes y preciados en el universo. Este tipo de estrellas, con muchísimo menos masa que nuestro sol (8-9 veces menos) consumió todo el hidrógeno de su núcleo.
Entonces, después de atravesar este proceso, enfría su superficie y comienza a ganar, exponencialmente mucho volumen. Debido a este detalle en especial se gana la calificación de gigante, aunque perdió su función principal y además se tornó de un especial color rojizo.
De esta manera TESS no solo es capaz de identificar a estas estrellas. Sino que además. también las mapea, determina su masa, volumen y, obviamente, ubicación. En primer lugar, esto sirve para descartar búsqueda de mundos en esta región. Pero también es una invitación a comprender más sobre estos objetos poco estudiados de nuestro inmenso patio universal.
¡Qué gran trabajo, TESS!
Explican los científicos, en una nota que publica la NASA y de la que se hace eco Slash Gear, que las medidas sensibles de TESS, ante el brillo estelar, convierten al satélite en una herramienta ideal para estudiar oscilaciones estelares.
Las oscilaciones estelares son las «ondas sonoras que viajan a través de cualquier objeto (una cuerda de guitarra, un tubo de órgano o el interior de la Tierra y el Sol). Pueden reflejarse e interactuar, reforzando algunas ondas y anulando otras. Esto puede resultar en un movimiento ordenado llamado ondas estacionarias, que crean los tonos en los instrumentos musicales», publica la NASA.
Entonces, Marc Hon, miembro del Hubble de la NASA, dice que realizaron medidas estelares durante los dos primeros años de TESS. «Esto nos demostró que podíamos determinar las masas y tamaños de estos gigantes oscilantes con una precisión que solo mejorará a medida que avanza el satélite». Y además añade que, la amplia cobertura de la herramienta permite realizar estas mediciones de manera uniforme en casi todo el cielo.
Diseñaron un sistema
Las estrellas gigantes rojas, cuando pasan a ser «gigantes», pierden calor, lo que hace que las oscilaciones sean más difíciles de detectar. Pero el volumen que toman, las hace, en tamaño, hasta 10 veces más grande que nuestro Sol. Entonces, como ganan periodos de traslación más amplios y mayores amplitudes, se puede detectar la actividad incluso de las más débiles.
Así diseñaron un sistema de aprendizaje automático, para que el satélite fuera capaz de identificar y diferenciar el tipo de estrella que estaba viendo en su tránsito orbital.
«Para entrenar el sistema, el equipo utilizó curvas de luz de Kepler para más de 150.000 estrellas, de las cuales unas 20.000 eran gigantes rojas oscilantes. Cuando la red neuronal terminó de procesar todos los datos de TESS, había identificado un coro de 158.505 gigantes pulsantes», finalizaron.