La miel podría parecer una forma más saludable de endulzar la comida, en lugar del azúcar. Pero analicemos si es así.
No podemos negar que los seres humanos tenemos una preferencia particular por los alimentos dulces y en parte tenemos una justificación evolutiva: la comida con ese sabor, es un indicador de que podemos obtener muchos carbohidratos, para tener suficiente energía.
El asunto es que eso fue muy importante durante mucho tiempo, cuando a nuestros antepasados les costaba mucho trabajo conseguir comida.
Pero luego las cosas cambiaron: ahora tenemos muchos alimentos a nuestra disposición, todo el tiempo, pero esa preferencia por lo dulce se quedó.
Con la desventaja de que los alimentos dulces nos aportan un exceso de energía que no se gasta, sino que se acumula como depósitos de grasa en el cuerpo, favoreciendo el sobrepeso, la obesidad y otras enfermedades relacionadas como la diabetes y la hipertensión.
Es por esa razón que una recomendación de salud general es limitar nuestro consumo de azúcares y es en este punto donde podríamos considerar que la miel es una buena opción.
Similitudes y diferencias
El azúcar y la miel tienen más cosas en común de las que podríamos pensar. Para empezar ambas son de origen natural.
Por supuesto que el azúcar podría parecernos que es un alimento más “procesado”, porque para obtenerla se necesita extraer de la caña de azúcar por ejemplo y para obtener su versión más “común” se le hacen varios procedimientos para blanquearla.
Pero a fin de cuentas es un producto que viene de la naturaleza, al igual que la miel.
Y aunque podríamos pensar que la miel simplemente se extrae de las colmenas de las abejas y solo se envasa, no es así.
En realidad la miel debe filtrarse y pasteurizarse para que su consumo sea más seguro. Aunque se puede pensar que estos procedimientos le quitan “propiedades”, si no se realizan en la miel pueden crecer microorganismos patógenos.
Por otro lado tanto la miel como el azúcar de mesa pueden considerarse azúcares libres es decir que son carbohidratos que se añaden a un alimento sin que aporten otros nutrientes.
Aunque es cierto que la miel puede contener algunos aminoácidos, que son los bloques constructores de las proteínas, la cantidad es pequeña y variable.
Por supuesto que el azúcar de mesa ni de cerca contiene trazas de otros nutrientes, así que al menos en este aspecto, la miel se anota un punto a favor, aunque sea pequeño.
Endulzar con miel
Sin embargo, el asunto importante es que cuando añadimos azúcar o miel a los alimentos, como con cualquier edulcorante, estamos añadiendo una gran cantidad de azúcares libres.
Es cierto que la miel aporta 83% de esos azúcares, respecto al 99% del azúcar, pero de cualquier forma tenemos que considerar que eso es un extra de carbohidratos que estamos añadiendo a nuestra dieta.
Así que tomando en cuenta las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, ya sea miel o azúcar de mesa, deberíamos limitar nuestro consumo, que no debería ser más de 20 gramos de azúcares libres al día.
Respecto a si la miel es más nutritiva, eso todavía está por comprobarse, pues no existen estudios extensos que confirmen las propiedades que se le atribuyen a este alimento.
De este modo, la razón real para elegir azúcar o miel para endulzar nuestros alimentos podría ser más la preferencia por el sabor de una o de otra.
Siempre tomando en cuenta que no debemos excedernos en su consumo, pues a final de cuentas sin importar su origen, ese exceso de energía, no será bueno en ningún caso.