La acción de regenerar una parte del cuerpo es algo que muchos están acostumbrados a ver en una serie animada o película de la ciencia ficción. Quizás uno de los más conocidos es Piccoro, antiguo villano y actual héroe en Dragon Ball. Además, mucho más reciente se vio en las dos entregas del antihéroe de Marvel, Deadpool y en el intento fallido de uno de los villanos en el Spider-Man de Anadrew Garfield.
Sin embargo, esta función está muy presente en el planeta. Es muy normal en las plantas y en algunos animales como las salamandras o las planarias. Y aunque sea difícil de creer es posible con partes específicas del cuerpo humano.
Cualquiera que esté leyendo esta reseña, seguramente sufrió algún corte en la piel. Pues allí notaron que, aunque muchas veces queda cicatriz, la piel se regenera. Pasa lo mismo, pero con un tacto mucho más delicado, para quienes sufrieron una lesión en el hígado. Sin embargo, lo que sí es imposible hasta ahora es que un humano sea capaz de recuperar una extremidad perdida.
Y precisamente a esto se refieren un grupo de científicos, quienes afirman que los humanos tenemos la habilidad de regenerar las partes del cuerpo. Solo que, según lo detallan, todavía no es una función explotada.
«Al igual que las salamandras, los humanos tienen una capacidad ‘sin explotar’ para regenerar partes del cuerpo», reseña Daily Mail, según el estudio de científicos del Laboratorio Biológico MDI en Bar Harbor, Maine.
Las salamandras líderes en regenerar partes
La afirmación de los científicos de este laboratorio estadounidense se basa en el estudio de un tipo de salamandras en específico. Se trata de las poco conocidas ajolote. Esta es una especie mexicana que se encuentra casi extinta en la naturaleza, pero con buen número en los laboratorios de estudios que intentan mantener su preservación.
Describe el portal citado que estas salamandras son líderes en regenerar partes del cuerpo. Expresan que son capaces de recrear casi cualquier parte del cuerpo, incluyendo el órgano más importante: el cerebro. El enfoque del estudio estuvo en responder una pregunta que todavía es muy difícil de responder ¿por qué el ajolote no forma una cicatriz? Además, ¿por qué no reaccionan a las lesiones de la misma forma que lo hacen los ratones u otros mamíferos?
La clave está en unas células a las que llaman macrófagos. Esta aumentan el crecimiento de las células en las salamandras, pero dejaron cicatrices en un ratón. De esta manera, las vías cerebrales que conducen a la generación de una cicatriz, podría estar bloqueando la actuación de los macrófagos. Y así, se impide la acción de regenerar las partes del cuerpo.
«Nuestra investigación muestra que los humanos tienen un potencial de regeneración sin explotar. Resolver el problema de la formación de cicatrices podría desbloquear ese potencial de regeneración latente», dijo el Dr. James Godwin, según Daily Mail.