Avengers: Endgame tenía a su público con las expectativas hasta el tope para el momento de su estreno. Y sin embargo, de algún modo, lograron superar cualquier estimación.
Sobra decir que el presente texto es a título personal y lleno de spoilers, con la opinión de su humilde editor. Así que encontrarán algunas expresiones arrebatadas por la emoción de lo que presenciamos.
Y es que perdonarán lo hiperbólico, pero para mí Avengers: Endgame puede ser perfectamente considerada sin problema alguno, como una obra maestra. A pesar de estar lejos de ser una película perfecta en su ritmo.
Suena contradictorio, pero en algunos aspectos creo que Endgame puede ser evaluado como un filme superior a Infinity War. Sobre todo por tener las agallas de elegir la ruta más complicada y tomarse su tiempo para unir en un balance que parecía imposible una trama que se expande a lo largo de 21 películas previas.
Avengers: Endgame es una aventura épica en verdad brutal, extraordinariamente ambiciosa e inédita para la historia del cine. Un proyecto que parecía una acrobacia imposible y en donde aun así, de algún modo, lo lograron.
Pero igual me temo no va a complacer a todos de principio a fin. De entrada Avengers: Endgame se niega a ser una continuación de consistencia, tono y ritmo de Infinity War. Es una experiencia totalmente distinta.
Una experiencia que por momentos está más conectada con cosas como The Leftovers, Your Name, I Am Legend, Star Trek, o Community, que con el resto de películas del Universo Cinematográfico de Marvel.
Esa es tal vez su mayor virtud argumental y dramática. Pero también podría detonar una experiencia frustrante para quienes quieran ver de nuevo el mismo ejercicio que hicieron con Infinity War.
Todo estuvo ahí siempre
Endgame se centra por sobre todas las cosas en el desarrollo de personajes. Tanto dentro de su propia trama como en el arco mayor de la saga iniciada hace una década. Para cerrar todo de forma tan redonda como contundente.
Dejando claro que las pistas sobre el destino de nuestros héroes siempre estuvieron ahí, desde hace años. Escondidas a plena vista.
El baile pendiente del Capitán América que se convirtió en un motivo recurrente. La burla y petición para que viviera una vida normal. El escudo diseñado por Howard Stark olvidado en el garaje. La frase de que podría hacerlo todo el día.
La familia de Barton presentada en Age of Ultron. La exhibición constante de que por lógica sería el primero en la lista de Avengers destinados a morir. Los lazos plantados con Black Widow y su emboscada en Budapest. La antesala proyectada desde que se repartieron las misiones para conseguir las gemas.
La cheeseburger. La frase con la que cierra la primera película de Iron Man. La prueba de que Tony Stark tiene un corazón. El niño de la tercera película. El único futuro de victoria visto por Doctor Strange. Esa visión que tuvo Tony en Age of Ultron. Con el escudo roto por la mitad y Black Widow muerta.
De hecho la segunda aventura de los Avengers tiene varios guiños que ya marcaban parte del destino de algunos personajes. Desde la visión de Thor que planteaba ya las consecuencias de Ragnarok. El baile postergado entre el Cap y Peggy. El hecho de que Natasha no viera su futuro. El primer pronunciamiento de la palabra “Endgame”.
El cómic presente
Encima de todo eso, la película se da el lujo de encima de todo rendir tributos y guiños entrañables a viñetas, ilustraciones e historias de culto en los cómics de Marvel. Incluso fuera del arco del guantalete del infinito.
Bastan los ejemplos de la escena del elevador y su “Hail Hydra”, la presentación de los Asgardians of the Galaxy o el momento en que por fin el Capitán América pudo portar el martillo de Thor.
Mientras que en paralelo hay toneladas de reflexiones (y lágrimas) sobre el peso de las consecuencias, la culpa y el modo en el que nos puede pesar el «hubiera» con los que ya no están.
Avengers: Endgame baila a su ritmo, marca historia y abre una nueva era
La estructura de Avengers: Endgame es poco común. Su última hora es aplastante y de vértigo puro. Es imposible no salir contento de la sala de cine gracias a ese acto final. Pero todo lo previo para algunos podría balancearse entre lo lento y lo confuso.
Inicia resolviendo el asunto pendiente con Infinity War, despachando a Thanos en cuestión de segundos con la presencia irrefrenable de la Capitana Marvel; y de ahí se dedica a tomar su propio tono, compás e identidad. Rompiendo con ello todos los pronósticos de orden en la historia.
Este movimiento da espacio para un dinámica bastante peculiar, donde la trama se desenvuelve, primero con drama intenso, luego con un nudo cuántico, y para cerrar con una batalla épica. En donde el argumento que corre en paralelo se convierte en una interesante reflexión sobre el propio recorrido de estas cintas.
Que empezaron como cosas unidimensionales, masculinas, cargadas de testosterona y acción; para luego evolucionar y convertirse en un reflejo de la consciencia colectiva de la cultura popular actual.
Incluyendo posturas sobre la desigualdad racial y de género. Y otros planteamientos sutiles sobre quiénes son ahora las verdaderas fuerzas para el futuro de este universo.
Es así como en el cierre de esta saga se abre una nueva era. Donde ya no hay Iron Man, hay Iron Woman, con Pepper Potts y su Rescue Armor. Thor ya no es Rey de Asgard, ahora tienen una reina. Capitana Marvel es la mayor fuerza y aliada con la que cuentan. Scarlet Witch es la única que pudo pelear y poner en peligro grave a Thanos.
Capitán América que en algún momento fue tomado como estandarte de los sectores más patrióticos, nacionalistas, racistas y conservadores de Estados Unidos aquí va a sesiones de terapia donde apoya a la comunidad gay; y le pasa la estafeta a Sam, un hombre afroamericano sin superpoderes.
Marvel evolucionó. Y lo que sigue parece que cambiará muchas de las reglas, para darle una identidad renovada a la franquicia.
Pasarán décadas antes de que alguien intente algo igual
La película dura tres horas completas. Y en lo personal con cada minuto que pasaba mayor era mi sensación de que no quería que se terminara nunca. Que fuera una película sin fin. Y tal vez por ello el desenlace resultó devastador.
Avengers: Endgame te regresa esa capacidad de asombrarte y mandarte la quijada al suelo de cuando eras niño.
Ese movimiento que imaginabas en las viñetas impresas aquí toma una vida que simplemente hay que ver para creer.
Ha sentado un nuevo precedente que será muy difícil de superar. Es un atasque y deleite visual.
Te vuela la cabeza y en ese sentido es casi imposible no amarla.