Alita: Battle Angel acaba de tener su estreno mundial; y la expectativa en torno a esta cinta no podía ser mayor por su contexto.
Se trata de una película basada en una obra de culto. Que tardó décadas enteras en su producción; pero que llega ahora a los cines. Luego del resultado con cintas como Ghost in the Shell, que no tuvieron el favor del público.
Sin embargo, James Cameron como productor y guionista, junto con Robert Rodríguez como director, parecían prometer una experiencia que rompería con esta mala racha del cíberpunk en la pantalla grande. Pero en realidad la sensación con esta cinta es mixta.
Basta una vuelta por Metacritic y Rotten Tomatoes para constatar que la crítica no amó esta cinta; aunque tampoco la odió. ¿Pero qué sucede para los fans del manga original y de las películas de anime? Bueno, la historia tiene sus matices.
Una adaptación confusa
El manga original de Alita, titulado GUNNM, y creado por Yukito Kishiro es una obra bastante extensa y complicada. Con un trama enredada y realmente larga que se extiende a lo largo de 9 volúmenes de manga.
Encima, en la década de los 90, se produjeron un par de Original Video Animation (OVA), en donde se buscó adaptar los primeros dos tomos; tomándose bastantes libertades creativas para intentar agilizar la trama.
Estos dos factores fueron tomados como el material base para el guión de la cinta Alita: Battle Angel. Y el resultado es una mescolanza que podrá desconcertar a quienes conocen la historia.
La película toma como base principal los dos primeros volúmenes del manga. Pero incorpora personajes y situaciones que sólo existieron en los OVA.
A la par que jala el asunto del Motorball. Ese deporte extremo brutal que aquí sirve para montar un par de secuencias de acción. Y encima adelanta al enemigo principal de los tomos de mucho más adelante.
Entonces quienes esperen una adaptación fiel, o por lo menos equilibrada se toparán con una historia rara.
Excelente acción, terrible drama
El estilo visual de Alita: Battle Angel al principio lucía un poco extraño. Sobre todo por el diseño de la protagonista, con esos ojos desorbitados que emulan a los del manga.
Pero al ver todo en movimiento realmente es grato y espectacular. El mayor atributo de este filme son justamente sus secuencias de acción. Donde las coreografía y los juegos de cámara logran una experiencia muy divertida para el espectador.
Incluso aún y cuando existen algunos montajes que parecen más una cutscene sacada directamente de un videojuego ,que parte de una película.
Robert Rodríguez demuestra que puede hacer algo más ágil con la cámara en un escenario repleto de CGI y pantallas verdes, que lo que ya vimos en Sin City.
Sin embargo al momento de dirigir escenas dramáticas se siente una caída palpable en el ritmo y la consistencia.
Robert no es un buen director para sostener ese tono. Y eso se convierte en un problema serio cuando buena parte de la trama recae en ese tipo de escenas.
No es perfecta, no es un desastre, aunque su final es extraño
Alita: Battle Angel tiene un reparto espectacular. Así como personajes de ligas mayores involucradas en su producción. Tomó un total de 24 años para que la tecnología avanzara lo suficiente como para adaptar el mundo cíberpunk del manga y aquí lo logran de forma brutal.
Sin embargo el ritmo de la historia y lo confuso de su adaptación no le ayudan a convertirla en una cinta legendaria.
En su final, sin lanzar ningún spoiler, queda clara la intención de contar los sucesos de los demás volúmenes del manga en otras películas. Tal vez en una trilogía.
Lo que los lleva a dejar algunos cabos abiertos, a retirar a unos personajes, para luego traerlos de vuelta e inmediatamente despacharlos otra vez. Así como a dar algunos saltos en el tiempo que cortan el ritmo.
Pero todo termina de manera abrupta en el filme. Justo en el momento en el que parecía que estaba por suceder algo determinante.
En conclusión. Cameron y compañía desean iniciar una nueva franquicia aquí. Pero el libreto es un batido extraño. Y la forma en la que cortaron la trama difícilmente provocará ansiedad por ver una continuación.