El Observatorio de Rayos Gamma más grande del mundo se instalará en Cerro Paranal, en Antofagasta. La iniciativa es impulsada por un consorcio de más de mil científicos de 31 países, incluyendo a 49 que trabajan en 7 universidades chilenas.
Estos acuerdos tendrán como contrapartes al Ministerio de Relaciones Exteriores, el Observatorio Europeo Austral (ESO) y el Observatorio Cherenkov Telescope Array (CTA). Este CTA es un proyecto científico cuyo propósito es detectar rayos gamma -o partículas de luz- de muy alta energía provenientes de fuentes cósmicas, y se espera que su construcción finalice en 2025.
«CTA permitirá el desarrollo del área de astro-partículas y de áreas relacionadas, como Big Data e instrumentación, en Chile. Como en el caso de los demás observatorios internacionales, CTA entregará el 10% del tiempo de observación a la comunidad científica chilena y un fondo para el desarrollo de áreas científicas relacionadas y de la región anfitriona, Antofagasta”, destaca Andreas Reisenegger, profesor del Instituto de Astrofísica de la UC, investigador del Centro de Astrofísica CATA y representante de los investigadores chilenos en el directorio del consorcio.
El Cherenkov Telescope Array tendrá telescopios de 4, 12 y 23 metros de diámetro, ubicados en dos sitios. 19 telescopios (CTA-Norte) estarán en las Islas Canarias, España, y 99 (CTA-Sur), en el Observatorio Paranal. La mayor cantidad de telescopios se encontrará en Chile, ya que la fuente más interesante a estudiar es el centro de la Vía Láctea, ubicado en el hemisferio sur.
«CTA le dará acceso a la comunidad astronómica chilena a un rango de energías que permite el estudio de los procesos más extremos en el Universo. Se espera que la combinación de este nuevo telescopio con otros ya existentes y por instalar genere grandes avances en nuestro conocimiento», explica Walter Max-Moerbeck, académico del Departamento de Astronomía de la U. de Chile y miembro del consorcio CTA.
El Doctor Reisenegger explica que cada rayo gamma lleva del orden de un millón de millones de veces la energía de un fotón de luz visible para nuestros ojos. Al entrar a la atmósfera terrestre, choca con las moléculas de ésta y produce un chorro de partículas que emiten un chispazo de luz que puede ser detectado por telescopios muy sensibles en la superficie de la Tierra. Un rayo gamma genera imágenes en varios telescopios, las cuales tienen que ser analizadas para distinguirlo de otras partículas y determinar su energía y dirección de procedencia, con el fin de asociarlo a una fuente.
Reisenegger aclara que estas imágenes en conjunto constituyen una enorme cantidad de datos, cuya transferencia, almacenamiento y análisis implica un enorme desafío para los ingenieros de varios países, los cuales trabajarán en colaboración para realizar estas tareas.
Reisenegger concluye indicando que “CTA-Norte y CTA-Sur, independientemente, son aproximadamente 10 veces más sensibles que los actuales experimentos de detección de rayos gamma, por lo que, en el ámbito de las altas energías, CTA generará una revolución tan grande como lo hizo ALMA en el área de las ondas milimétricas”.