La primera camada de fanáticos de Pokémon en nuestra región fuimos nosotros, los que ahora bordean los 30 años y vieron el animé en TV abierta y quizás jugaron Red o Blue en un emulador en PC. Los con más suerte tuvieron un GameBoy.
Sin importar cómo haya sido, no somos pocos a nivel mundial y Nintendo lo sabe, por eso toman solo algunos riesgos en un título que cumple con varias fantasías, pero que puede molestar a los más activos dentro de la comunidad.
No estamos aquí para explicarles que hay dos entregas y que cada una tiene algunos monstruos exclusivos, porque probablemente ya han leído suficiente información al respecto. Lo que sí les queremos contar es que en esta redacción somos 3 los que machacamos el juego a diestra y siniestra sin parar, dos con Eevee, yo con Pikachu ¿Por qué? Fácil, siento que le están dando la espalda la ratón eléctrico que nos dio tantas alegrías. Viva el amarillo, abajo el zorrito kawaii (lamentablemente las capturas son de la partida en Eevee, pero es mejor la versión Pikachu, porque sí, fin).
¿Pero cambia la experiencia entre uno y otro? No mucho, honestamente depende de qué starter te guste más y aún así no es tan terrible, casi todos los monstruos favoritos (dígase otros como Squirtle, Charmander, Bulbasaur, de primera generación) se pueden atrapar temprano en el juego, si no se te da, la transmisión a través de consolas es súper rápida y poco engorrosa, así que consigue amigos o conocidos con el juego, para intercambiar.
Por cierto, el juego se puede conectar a tu cuenta de Pokémon Go y dejar algunos en el «Go Park», donde debes atraparlos y ya los puedes usar en la Switch. Ten en cuenta que sus estadísticas pueden variar en la transferencia y no volverán a tu cuenta en el teléfono.
Se ve muy bien
Hay que tener claro algo desde un inicio, Let’s Go es una re-imaginación de los primeros juegos: Red, Blue, Green, Yellow, etc. Son esencialmente lo mismo, pero con algunas diferencias que lo adaptan a esta época.
Lo primero son las gráficas. Todo está hecho desde cero y es deslumbrante ver esos parajes que disfrutamos en blanco y negro, ahora hechos de cero con un estilo único y muy colorido. Todo muy propio de Nintendo. En ese aspecto las batallas son como en Pokémon Stadium, al menos en la idea, pero se ven aún mejor (nota aparte: para mí, Stadium era lo más lejos que se podía llegar gráficamente y me voló la cabeza en su época).
A esta ensalada de color y golpes de nostalgia le puedes sumar que tu enemigo ahora ya no lo es tanto. Mi primera sensación fue que el juego lo hicieron para una generación más sensible, pero está bien, no rompe la experiencia, aunque se siente un poco la falta de un antagonista más allá de los ridículos del Equipo Rocket.
¿Sabían que hay pokémones que se pueden montar para moverte a través del mapa? Ya no hay bicicleta como en los antiguos, ni patines como en los nuevos. Aquí puedes andar en tu Charizard, o quizás ir abrazado a tu Snorlax, como tú quieras moverte por Kanto.
Cambian elementos clave
Sobre ese tema generacional, la manera de atrapar pokémones cambió. Antes era a través de un combate, en el cual debías planear bien una estrategia para debilitarlo lo suficiente y darle con la pokebola. Aquí no, es a la Pokémon Go, con un sistema de movimiento algo roto y que no funciona bien siempre, pero que con práctica se le puede sacar la «maña». En modo handheld es un poco más cómodo, menos mal.
Sobre este último punto, un compañero hace una pregunta muy válida ¿Era realmente entretenido el sistema de captura anterior? Vale la pena hacerse esas preguntas porque a veces la nostalgia puede ser engañosa.
Los combates siguen igual. Punto aparte para la idea de que se pueda jugar con un solo Joy-Con. Eso es diseño inteligente en un juego simple.
Sobre eso mismo, el Joy-Con restante lo puede agarrar cualquiera y con una sacudida se une a la partida. No te afecta en nada ni tiene poder de decisión el segundo jugador, pero al atrapar y al combatir hay ventajas porque, bueno, son dos contra uno. De todas formas no deja de ser interesante este modo que permite que un tipo en sus treinta, como yo, pueda jugar con su sobrino de seis años sin ningún problema. Con él contándome todo sobre las nuevas generaciones, mientras yo le explicaba cómo eran las cosas en mis tiempos. Da gusto que un juego pueda lograr romper esta brecha, y todo en torno al mismo universo. Simplemente glorioso.
Ahora, es por eso mismo, que siendo un juego que se nota que está pensado para que puedan jugar todos, se tomaron decisiones que pueden ser controversiales para los que gustan de las batallas competitivas o meter más tiempo al juego para tener un mejor equipo. Aquí algunas consideraciones:
- Tu Pikachu o Eevee es un monstruo indestructible disfrazado de ternura. Lo puedes tratar como Tamagotchi pero que a la hora de combatir es un sanguinario implacable, al punto de estar algo roto.
- Si atrapas un Pokémon, todo tu equipo suma puntos y sube de nivel.
- Si ganas un combate con tu Pikachu o Eevee invencible (o cualquiera en tu equipo en verdad), todos suman puntos y suben de nivel.
- No es difícil terminar el juego sin perder un solo combate. La estrategia termina valiendo muy poco, al menos en un 70% del juego.
Todo lo anterior son consideraciones que, al final de cuentas, pensé que me arruinarían el juego, pero no. Entiendo para quién es, qué quiere lograr (que todos puedan jugar) y sé que se está trabajando en una entrega más pesada, con más elementos de los RPG antiguos.
Sin duda será la puerta de entrada para muchos a este maravilloso mundo de Pokémon, y lo harán a través de la gloriosa Provincia de Kanto, la misma que nos encantó cuando éramos niños y que ha envejecido muy bien. No creemos que se forme una escena competitiva en torno a Let’s Go, pero nosotros al menos seguiremos subiendo de nivel nuestro equipos para luchar entre amigos.