Durante años, la caída de la civilización maya ha sido un misterio que nadie había logrado resolver. Con una “repentina” desaparición hace aproximadamente mil años, la razón del final de la civilización maya no era aparente para nadie que les estudiara, habiendo dejado atrás estructuras e historia sin señales obvias del porqué abandonaron su hogar. Pues ahora, alguien pudo haber encontrado una buena razón: Una sequía extrema.
Investigadores de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Florida lograron desarrollar un método para medir los isótopos del agua atrapados dentro de yeso, mineral que es formado durante tiempos de sequía, cuando el nivel de agua de un estanque o lago (o cualquier cuerpo acuífero) disminuye.
Este método fue llevado al lago Chichancanab, en la Península de Yucatán, lugar en donde gran parte de la cultura maya se ha encontrado. Como fue publicado en la revista Science, al utilizar esta medición, los investigadores han llegado a la conclusión de que una sequía extrema pudo haber sido parte de la razón del final de esta civilización.
Gracias al yeso que se ha encontrado en el lago, se pudo identificar una reducción de lluvias anuales de entre 41% y 54% durante el periodo de la desaparición de esta cultura, con hasta 70% menos precipitación de agua en la zona central de la civilización siendo la causa principal de su desaparición.
El fin de la cultura maya no fue rápido
Durante el siglo IX, parte del periodo “Clásico terminal” de la civilización maya, la región central de estos pueblos sufrieron un colapso político. Esto causó que muchas de sus ciudades fueran abandonadas, terminando con dinastías y culturas completas. Aunque la civilización logró recuperarse después de esa crisis, regresaron sin poder político sobre otras culturas vecinas, y sin recursos económicos.
Estos eventos, junto con los cambios climáticos que causaron la terrible sequía que fue descubierta por esta investigación, es lo que ahora se cree fue la razón de la desaparición de la civilización maya. El profesor David Hodell, director del Laboratorio Godwin de Cambridge, ofreció los descubrimientos de su investigación sobre los minerales del lago Chichancanab como pruebas físicas del final de esta civilización.
Sin recursos económicos, lazos políticos, rutas mercantiles ni la oportunidad de agricultura efectiva, los mayas se enfrentaron a una desaparición lenta y ardua, en donde una mezcla de burocracia y naturaleza terminó con lo que pudo haber sido uno de los más grandes pueblos en la historia humana.