Alexa marcó una revolución en Estados Unidos. Amazon rompió el mercado e hizo popular los asistentes con su línea de parlantes Echo.
Como si no bastara con pequeños «escándalos» aterradores del pasado, como cuando se reía sin explicación, ahora se suma otro problemita.
Pasa que tú puedes pedirle que te diga cómo se dice otra palabra en otro idioma. El aparato cambia la voz a la determinada para el lenguaje pedido.
En el caso de la palabra «Windows», que debería traducir como «ventana», la base de datos a la que recurre la hace pasar por el sistema operativo de Microsoft, dando este maravilloso resultado:
Es maravilloso, sigue diciendo Windows, pero con acento. ¡Da para guión de sitcom!
¿Crees que Alexa pararía ahí? Mira el resultado en francés:
Simplemente delicioso, aunque ligeramente racista. Todo esto, que parece menor, muestra que aún no estamos en el lugar correcto y es más, estamos lejos de alcanzar el peak de inteligencia de los asistentes virtuales.
Esto porque las marcas y la mercadotecnia se han encargado de hacer creer que vivimos en un mundo donde esta tecnología está al límite, cuando no es así, es más, miren a Siri y Google Now diciendo groserías.