China es uno de los países que ha disparado contra criptomonedas como bitcoin. No obstante, existe una plataforma de blockchain propia, que incluso se ha hecho conocida internacionalmente: NEO.
NEO es una plataforma de blockchain o cadena de bloques. Someramente, blockchain es una estructura de datos que se almacena en conjuntos o bloques, distribuidos en una red. La confirmación de estos datos se logra mediante un proceso de “consenso” entre los participantes de dicha red. Esto se traduce en una gran seguridad y veracidad de la información, “es una máquina de confianza”. Así lo plantea NEO en su sitio:
Onchain, compañía de investigación y desarrollo de blockchain con sede en Shanghai, comenzó a desarrollar Antshares en febrero de 2014. Antshares pasó a llamarse precisamente NEO con el tiempo. La compañía desarrollado una arquitectura de redes distribuidas (DNA) para permitir la fácil implementación y desarrollo de blockchains.
La intención final es ambiciosa: quieren que cada campo interesado pueda migrar fácilmente sus datos y activos a una cadena de bloques privada o pública. Precisamente, el lugar donde se desarrolla NEO, el país más poblado del mundo, junto a su tecnología, lo han llevado a destacar. También se le ha llamado “el Ethereum chino»
Economía inteligente
En el marco del próximo Blockchain Summit Latam, que se realizará en Santiago de Chile, Malcolm Lerider, encargado de investigación y desarrollo de NEO, nos comentó particularidades del proyecto:
En NEO mencionan que la intención es transmutar la economía tradicional a una inteligente, y para esto entregan la opción de generar contratos inteligentes. Para Lerider, la versatilidad de la plataforma es la apuesta de éxito:
Otro punto medular en NEO es precisamente el algoritmo de consenso que utilizan por detrás. Contrariamente al de Prueba de Participación (PoS) o Prueba de Funcionamiento (PoW), NEO usa uno denominado Tolerancia Delegada ante Fallo Bizantino (dBFT), “un algoritmo de consenso implementado dentro de la cadena de bloques NEO para garantizar la tolerancia ante los fallos”. Así lo comenta Lerider: