Móviles

Los celulares de toda una vida: del Nokia 2600 al iPhone 6S

¿Qué fue de ese celular que teníamos para jugar Snake y/o Bounce? Los dos juegos que nos tenían pegados en la micro, en el patio del colegio, o digamos la verdad, que nos acompañaban hasta en el baño.

El primero que tuve fue el Nokia 2600, fue lanzado en 2004 y llegó a mí cuando tenía unos 12 años. En ese tiempo sólo necesitaba que sirviera para llamar y que tuviera juegos.

Bounce – play.google.com

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El que sí me hubiera gustado usar y que casi todos mis compañeros de colegio tenían, era el Nokia 3220, aka “el celular con luces en los lados”.

El Nokia 3220 fue lanzado el mismo 2004, tenía dos luces  de colores a cada lado del equipo que se encendían al ritmo de los ringtones y eso era el sueño de cualquiera. Apagábamos la luz de la sala y jugábamos a que estábamos en una fiesta, bien triste, pero era lo que había.

Fue uno de los primeros con grabador de video, lo que convirtió a niños y niñas en directores de cine de películas filmadas en los recreos, porque podías pausar la imagen y luego continuar grabando.

Para todos quienes crecimos en los 2000, eso era lo más tecnológico que podíamos imaginar y ni siquiera intuíamos a lo que nos adaptaríamos luego.

Nokia 3220 – youtube.com

En 2005, o posterior, los  celulares más modernos resultaban bastante caros, hoy por hoy un Nokia 3220 se puede encontrar a unos 10 mil pesos chilenos por Internet, incluso menos si se regatea.

Sin embargo, en ese tiempo, no era ir y comprarse un celular, sino más bien esperabas a que estuviera a un precio accesible y después llegaba para el cumpleaños o Navidad.

La modernidad no tardó en desarrollarse, lo pudimos constatar en el cambio de los sonidos monofónicos a polifónicos y luego aquellos que permitían usar una canción en mp3 para la llamada entrante. Cabe destacar que la canción que tenías hablaba mucho de tu estado emocional.

También evolucionó el sistema de envío de datos, ¿a quién no le mandaron alguna canción de moda por infrarrojo? Ese sistema que consistía en situar dos celulares muy cerca para que a través de las partículas del aire se transportara la información, era algo así como la precuela del bluetooth.

Motorla w375 – ebay.co.uk

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La industria de los teléfonos móviles fue modificando la calidad de sus productos estrella, comenzaron a volverse más pequeños cada vez y a definir la calidad de sus pantallas, entre otras mejoras casi imperceptibles para un usuario común (me incluyo).

Tomarse una selfie, por ejemplo, era todo un desafío, porque casi todos los celulares no incluían cámara frontal. Las cámaras estaban en la parte trasera del celular y lograr enfocar, o apuntar a un objetivo, era pura suerte.

Después del Nokia 2600, en mi adolescencia, tuve otro equipo, el Motorola W375, que salió en 2007. Era con tapa, rosado por fuera y gris por dentro (muy top).

Tenía una cámara no muy buena, traía fondos de pantalla predeterminados y por cierto, lo más memorable era que contaba con entrada USB, lo que permitía pasar fotos, o canciones desde el computador.

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Sony Ericsson w200 – hamariweb.com

Amaba ese celular, me encantaba abrirlo y cerrarlo, era un poder que no todos tenían. Lamentablemente, en un descuido de vanidad, se me cayó en el WC del colegio.

Algunas de mis amigas, tenían el Sony Ericsson w200, que traía modo walkman, o sea que podías escuchar música en el mismo aparato, ya no era necesario tener un reproductor de mp3 aparte. La parte mala era que sólo cabían como cinco canciones.

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Cuando entré a la universidad cambió todo, los datos móviles te permitían estar en cualquier parte y tener Internet.  La gente hablaba un sistema de mensajes llamado WhatsApp, pero que en un inicio estuvo disponible sólo para Blackberry y Iphone.

Nokia C3 – wikipedia.org

Por mi parte me las arreglaba con un Nokia C3, ese que tenía teclado qwerty, cámara y permitía ingresar a una precaria interfaz de Facebook.

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La tecnología de los datos móviles, el 3G y posterior desarrollo del 4g permitió el del uso de redes sociales al celular y ahí todos sucumbimos, ya no podemos estar despegados del teléfono porque ¿y si nos mandan una notificación? ¿y si no grabamos ese concierto, o no transmitimos en vivo lo que estamos haciendo en un determinado momento?

Al Nokia C3, o la Blackberry del pueblo, con el que por cierto, me creía la muerte, le guardo un lugar especial en mi corazón porque fue mi primer smartphone, si es que tenía algo de Smart.

Además fue testigo de todo el proceso de coqueteo con mi pololo, que en ese momento vivía en otra ciudad y a punta de mensajes de texto construimos una relación, que perduró en el tiempo.

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imore.com

A pesar de que el Nokia C3 satisfacía todas mis necesidades me cambié a un iPhone 3GS, porque era más cool. Lo que más me gustaba de ese iPhone, era la calidad de las imágenes que podía tomar, que si miramos hacia atrás, era nefasta, en ese momento me sirvió para registrar el primer Lollapalooza al que fui. Las bandas que antes escuchaba en mp3, ahora las tenía en vivo grabadas en mi teléfono y puedo volver a revisar el video una y mil veces hasta ahora.

El iPhone 3GS pasó a mejor vida y hoy descansa en el fondo de mi velador, lo cambié por un iPhone 5C, blanco, que me dio mucha más alegría, porque podía revisar mi mail y tener muchas más funciones al alcance de la mano, pero comencé a quedarme sin espacio para guardar archivos.

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Recién en 2017, ahora que soy adulta y trabajo, le compré un iPhone 6S a un amigo en cómodas cuotas y me modernicé. No espero que sea la última moda, tampoco necesito mucho y aunque sé que estoy “atrasada”, mientras llame, se conecte a Internet para ver redes sociales y sacar fotos decentes, puedo sobrevivir.

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