En 2015, South Park: The Stick of Truth causó cierta sorpresa por lo bueno que fue. Es cierto, detrás de su desarrollo estaba un equipo especializado en los RPG de corte tradicional -Obsidian Entertainment- pero originalmente era un juego de la difunta THQ, empresa que tenía muchas licencias y pocas cosas realmente buenas hacía con ellas.
Ese The Stick of Truth fue un éxito para Ubisoft -sus nuevos dueños-, quienes decidieron que la franquicia merecía una secuela. Pero no una hecha por Obsidian sino por ellos mismos, con el invaluable aporte del equipo de South Park Digital Studios encabezado por los creadores de South Park, Trey Parker y Matt Stone. Y pese a los retrasos, el resultado es demoledor: The Fractured But Whole es quizás menos sorprendente que el original, pero tan bueno o incluso mejor.
Otro día en la vida de South Park
Hablemos, antes que nada, de la historia. Los eventos de The Fractured But Whole (conocido coloquialmente también como El Ano Fracturado) comienzan justo al final de The Stick of Truth, justo en la última batalla campal del juego. El protagonista sigue siendo El Nuevo, cuyo trasero tiene -al igual que en la primera parte- poderes extraordinarios. Pero las batallas épicas al estilo Tolkien ya han dejado de estar en lo alto de la ola; hoy, lo que revienta la taquilla y el rating son las grandes franquicias de superhéroes, entonces la pandilla de Cartman simplemente cambia el switch y deciden dejar de lado las rústicas armas del medievo para reemplazarlas por superpoderes.
The Fractured But Whole es una historia de superhéroes al estilo South Park. El tono del humor sigue siendo igual que en el anterior juego y en la serie y esto es importante porque básicamente no va a cambiar la percepción de la serie que tengan las personas. Los que ya disfrutan South Park, lo van a seguir disfrutando en este formato; los que no, no deberían ni molestarse con probar este juego.
Hay algo bien digno de destacar en el juego y es la forma en que los diseñadores integraron detalles del show con jugabilidad pura; The Stick of Truth ya tenía estas mecánicas pero aquí toman un nuevo cariz con cosas como el minijuego de las microagresiones, enseñado por el director de la escuela durante las primeras horas del juego. La implementación es tan sencilla como brillante: si en medio de una batalla un enemigo suelta una frase como “peleas como una nena”, aparece un indicador de botón que hay que presionar en un lapso muy reducido. Si se hace correctamente, se interrumpe el turno y se le propina un buen golpe al rival.
Las batallas de The Fractured But Whole están llenas de detalles similares y son probablemente el elemento más diferenciador respecto al juego anterior. The Stick of Truth tenía un sistema por turnos mucho más sencillo donde los personajes atacaban en cierto orden y aquí eso se expande con la inclusión de una grilla de combate donde los personajes se pueden mover con ciertos límites.
La sola aparición de esta grilla le toda una nueva dimensión al combate, mucho más táctico y por lo mismo, requiere pensar un poco más antes de llegar y ejecutar acciones en modo casi automático como pasaba en el primer juego. Los ataques, además de los típicos “estados” que aumentan daño o dan bonificaciones, también pueden alterar la posición de los personajes en batalla, tanto aliados como enemigos. Y esto parece sencillo al principio pero una vez que uno se familiariza con su funcionamiento, las peleas son mucho más satisfactorias de llevar. Eso sin contar que algunas exigen alcanzar cierta posición en la grilla o, en el caso de cierto jefe, la única forma de derrotarlo es acercar personajes a sus “cuadros de alcance” antes que le toque el turno, para que así el monstruo se los coma en la única vía para hacerle daño.
Estos agregados hacen que el combate de The Fractured But Whole sea en general mucho más complejo que lo que le conocíamos a The Stick of Truth. No necesariamente más difícil, porque el juego en realidad no lo es en lo absoluto. Pero dados los renovados poderes de los personajes, hace sentido que en Ubisoft San Francisco hayan apostado por algo así: el juego, al menos en cuanto a lo que es el combate, se siente mucho más completo.
Lo anterior no quiere decir que el resto del contenido se quede atrás, porque nada más lejos de la realidad. El formato ya había resultado bien en The Stick of Truth, por lo que el desafío aquí era expandir el contenido con nuevas misiones, nuevas historias, nuevas clases y nuevas situaciones que hicieran del videojuego algo tan creíble -dentro de sus límites obvios- y genuino respecto a la serie de televisión. Y eso se logra con creces.
Más largo, pero sin relleno
Uno de los puntos quizás más criticables del anterior juego era lo corto que se sentía. Este juego es un poco más largo, pero no demasiado sino que en la justa medida para lograr que la historia no se diluya en cuestiones sin sentido o (¿será esto posible?) demasiado alocadas para lo que es South Park. Incluso las misiones finales en las que la locura se desata gracias a la interrupción de las continuidades de tiempo y espacio de los peos (pedos) del protagonista parecen fuera de control, tienen lógica dentro de lo que propone el ridículo guión del juego.
Y esto es relevante porque si cada capítulo de South Park dura 20 minutos, ¿cómo se traslada eso de forma correcta a un juego de 20 horas? Simple: En The Fractured But Whole hay poco contenido de relleno. A diferencia de otros RPG o juegos de mundo abierto donde lo secundario tiene que ver con misiones repetitivas y tediosas, este juego tiene muy poco de ello. Aquí la mayoría de las actividades secundarias entrega premios interesantes (idealmente si se realizan durante la primera mitad del juego, eso sí) y, más importante aún, la mayoría de las historias secundarias aportan algo al juego, principalmente casi todas están llenas de elementos humorísticos que aseguran al menos una buena risotada.
Ejemplo de ello es una misión que en el papel parece muy inútil: la mamá de Cartman quiere que el niño nuevo le ayude a repartir sus tarjetas de presentación en un bar. Entonces, de la nada, estamos peleando contra un pimp por el control del vecindario y el premio por resolver la pelea es tener más seguidores en Coonstagram, la red social del juego.
The Fractured But Whole está lleno de detalles tan ridículos que a la larga lo hacen ser, a cada misión que pasa, un mejor juego.
Y todo se da por una mezcla de elementos en su justa medida: jugabilidad, diseño de misiones e historia. El sistema de batalla está muy bien implementado, sin ningún problema visible que afecte el balance o la dificultad del mismo. Entre la cantidad de personajes y sus poderes especiales hay tantas combinaciones posibles que nunca el combate se queda corto en nada. Las peleas, sobre todo hacia el final del juego, se hacen más largas pero nunca tediosas, ni siquiera aquellas en las que si se falla llevando enemigos a zonas específicas pueden alargarse hasta el infinito.
Por su parte, las misiones son en general bien interesantes y nunca repetitivas. Hay buenas dosis de exploración, buenas dosis de batallas y además pequeños puzzles que se resuelven con la ayuda de la pandilla más el poder intestinal del niño nuevo. Los puzzles nunca jamás son tan rebuscados, pero sí muy inteligentes en su planteamiento que hace que resolverlos sea un agrado.
Y la historia. Una auténtica historia de South Park, no apta para gente hipersensible porque se ríe de todo: tanto de los campesinos votantes de Donald Trump y sus “nos quitan trabajos” como de la ideología progresista que a veces raya en lo ridículo. South Park, como serie, siempre ha llevado las cosas demasiado lejos y este juego no es la excepción.
Conclusión: De fracturado, nada
Por todo lo anterior, The Fractured But Whole es un título notable, al nivel de la obra maestra que fue The Stick of Truth. Tal vez no sea tan sorprendente como su antecesor porque solo hay una primera impresión y si en algo se queda corto este juego es en presentar un momento rompedor, como lo fue la Canadá en 8 bits de ese juego; quien sabe aquello llega como DLC, tal como lo anticipan los canadienses sobre el muro que los separa de sus vecinos del sur (!).
Hoy, en una industria donde se pone cada vez más en entredicho a los juegos sin multijugador ni conexión permanente a internet, productos como este The Fractured But Whole podrían ser pronto una especie en extinción. Por ende, mi recomendación es simple: denle una oportunidad, aún si nunca han visto South Park.