Nuestro país ocupa el lugar 103 de 175 según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional. En el año 2014, con cifras del observatorio económico México, ¿cómo vamos?, el costo de la corrupción representó más de 20.000 millones de dólares; este es uno de los males más palpables que acechan al país y de los cuales nuestro querido México, en diversas ocasiones, se ha intentado salvar.
Es por eso que creemos que el pasado jueves 16 de abril sucedió, por lo menos en papel, algo significativo para la historia de México; algo que puede cambiar las cosas y que vale la pena detenerse a analizar: se aprobó en la Cámara de Diputados, en lo general, con 385 votos a favor, y en lo específico con 264, la nueva Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública.
Desde que esta se planteó por primera vez, han circulado numerosas editoriales, opiniones, infografías y análisis sobre los puntos más importantes de esta gigante, y estamos de acuerdo con la mayoría de ellos: más sujetos obligados a transparentarse, la creación del Sistema Nacional de Transparencia, las nuevas sanciones, distintos y más estrictos criterios para la reserva de información, nuevas y más obligaciones de transparencia, más y mejores facultades a los órganos garantes.
Pero, con la experiencia de trabajar constante y arduamente con información pública, creemos que hay una esencia muy importante de esta ley que no se está tratando con la debida importancia y es por ello que nos resulta interesante exponer en dos puntos la interpretación de esta nueva obra desde la óptica de un hacker cívico.
Creemos fuertemente que los elementos que se mencionan a continuación tienen la capacidad de transformar la manera en la que interactuamos con gobierno y creamos nuevos servicios y tecnología.
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Datos abiertos, formatos abiertos. Definidos con los adjetivos de usados, reutilizados y redistribuidos y tomando en cuenta las características de accesibilidad, integralidad, gratuidad, no discriminación, oportunidad, permanencia, legibles por máquinas, en formatos abiertos y de libre uso, es la primera vez que el término de datos abiertos, con toda la filosofía que conlleva, se utiliza en una Ley General de Transparencia.
En versiones anteriores de esta ley se abogaba por “formatos accesibles”, sin embargo estos no tenían una definición propia y puntual y la accesibilidad terminaba siendo interpretada de diversas y numerosas formas. Ahora con este nuevo concepto de publicación de la información, a través de estándares de datos abiertos, no sólo toda la información pública estará armonizada si no que los datos podrán reutilizarse para crear nuevas aplicaciones que busquen mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Los datos abiertos no están relacionados solamente a temas de transparencia como muchas veces se cree; sin embargo en el que en una ley de este tipo se incluya este concepto es un paso enorme que debemos saber aprovechar. Para un hacker cívico esto facilita muchísimo la tarea y el horizonte para la acción y creación se expande enormemente.
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Transparencia proactiva y Gobierno Abierto. Uno de los valores más importantes de los hackers cívicos es el de la innovación, el de crear cosas que se creían inalcanzables, transformar la manera en que interactuamos como ciudadanos, partiendo de datos que podrían parecer, a simple vista, solamente dígitos. Uno de los obstáculos más grandes al trabajar con información pública es que el innovar se vuelve complicado; los datos abiertos y la información publicada es la mínima indispensable, nos enfrentamos muchas veces a la típica frase de “es que por ley, así se publican los datos”, “es que la ley dice que debes hacer una solicitud de información”.
No exigimos ilegalidad ni que los funcionarios no obedezcan las normas, buscamos exactamente lo que esta nueva Ley de Transparencia propone en su Título Cuarto, titulado “Cultura de Transparencia y Apertura Gubernamental”, el cual busca no sólo la apertura gubernamental con la figura de Gobierno Abierto sino que impulsa la transparencia proactiva: “publicar información adicional a la que establece como mínimo la presente ley.” Para un hacker cívico esto multiplica las esferas de trabajo, festejamos el cambio de paradigma sobre lo que significa verdaderamente la rendición de cuentas.
Sabemos que el mayor reto de la ley será su implementación, como con muchas de las leyes que tenemos en este país. Estamos conscientes que los resultados de esta normatividad se podrán ver reflejados recién a partir de un año, y que posiblemente por cómo suceden las cosas, tardarán mucho más.
Sin embargo, como hackers cívicos hoy vemos frente a nosotros un nuevo escenario, que será lento y se tardará en construir, pero con muchos elementos por los que nosotros desde hace tiempo luchamos. Estamos seguros que con esta nueva ley, en gran medida nuestro rol toma mayor importancia; somos impulsores de esta agenda y dependerá de nosotros hasta donde queramos llevarla.
Hoy festejamos por los datos abiertos y por las nuevas formas de entender la rendición de cuentas que, después de mucho tiempo, entran finalmente al mundo de las leyes generales de transparencia; desde los ojos de un hacker cívico esto no es más que una gran ganancia.
Este post fue escrito por Catalina Demidchuk, politóloga de Codeando México