Desde el año pasado, Edward Snowden se ha convertido en el principal referente si de soplones hablamos. Las revelaciones que hizo en torno a las conductas de vigilancia masiva de la NSA sacudieron al ecosistema de Internet y nos obligaron a reflexionar sobre nuestra privacidad.
Así, la era post Snowden ha estado marcada por una serie de esfuerzos para reforzar el anonimato en Internet y luchar contra cualquier tipo de intrusión. Las herramientas de cifrado se han vuelto populares y ha surgido incluso un nuevo servicio de correo electrónico.
Al tiempo que organizaciones e individuos luchan por mantener a salvo su privacidad en la red, otros usuarios han decidido resignarse a vivir bajo una vigilancia continua y sin controles bajo el lema “quien nada debe, nada teme”. Sin embargo, WildLeaks obliga a hacer una reflexión al respecto.
Si bien el anonimato puede dar pie a conductas reprochables como la misoginia, también es útil para proteger a personas que acceden a información sensible. Tal es el caso de los activistas ambientales, que en ocasiones se ven amenazados al momento de denunciar delitos relacionados con la naturaleza.
La idea detrás de WildLeaks es relativamente sencilla, debido a que basa su funcionamiento en Tor. De esta forma cualquier persona que busque hacer una denuncia puede recurrir a la plataforma sin poner en riesgo su identidad. Una vez realizada la acusación, la organización detrás de WildLeaks ofrece 3 alternativas:
- Iniciar o continuar una investigación con el equipo de WildLeaks y/o en colaboración con socios fiables.
- Compartir la información con los contactos de confianza dentro de agencias seleccionadas del orden público.
- Compartir la información con socios de los medios.
Lo positivo del proyecto es que, además de sugerir métodos técnicos de protección, también ofrece sugerencias sociales para evitar al máximo comprometer la identidad de los soplones, como evitar el uso de equipos que no sean privados y confiables.