Así como existen personas que son indiferentes ante la música que escuchan, hay otras que son muy afines y se involucran de lleno a la música, tan buenos como los chicos de *inserte aquí su banda preferida*.
Si antes podíamos decir que “la práctica hace al maestro,” esto ya no tendría sentido, de acuerdo con el estudio realizado por la doctora Miriam Mosing del Instituto Karolinska en Suecia.
La diferencia entre una persona que jamás o muy pocas veces ha practicado y otra que lo ha hecho toda su vida es de 20.228 horas, las cuales habrían sido literalmente inútiles. Incluso Mosing habría descubierto que la genética también influye en la inclinación por el deseo de practicar. Podremos subestimar el estudio, pero también analizar el procedimiento y luego reaccionar.
El estudio psicológico requirió de 1.211 parejas de gemelos (que comparten sus genes) y 1.358 pares de gemelos (que comparten la mitad de sus genes), todos ellos nacidos entre 1959 y 1985. Se pidió información acerca de su relación con la música, como el canto o práctica de algún instrumento. En cuestión, también se les pidió corroborar las horas que habían practicado, calificando nulamente si jamás lo hubiesen hecho.
Mosing y sus colegas elaboraron un estudio en base a notas musicales, melodía y ritmo. En las tres fases del procedimiento los participantes tendrían que identificar de la manera más acertada cualquier cambio en la consecución y consistencia de la música.
En primer lugar, debían identificar diferencias entre notas. En la segunda prueba, se estudió la capacidad de apreciar la melodía de una secuencia de notas, y por último, identificar la sensibilidad al ritmo, que consistía en identificar la cantidad de notas con el mismo tono.
Cada uno con su complejidad y diversas alteraciones en intérvalos y número de notas, los investigadores al cargo de Musing descubrieron que entre los gemelos de genes idénticos no había gran diferencia en el nivel de apreciación, independientemente de las horas de práctica. Aunque esto no quiere decir que las horas de práctica habrían sido del todo inútiles, el estudio indica que la genética también influye en las ganas de practicar.
De ser así, crear música sería relativamente sencillo y complejo a la vez, con la decepción que este resultado generaría en muchas de las nuevas estrellas que están por surgir, y otros que creen que la música es una verdadera concepción del arte como parte de la comunicación del ser humano, que poco a poco se está desvaneciendo.