Hace unos meses atrás, Tarantino entró en pánico al ver que el guión de su nueva película -Hateful Eight- se filtró a través de internet. Lo que siguió entonces fue una demanda contra Gawker por haber hecho pública la situación, una pataleta amenaza de cancelación de la película y finalmente un cambio de opinión: el guión sería modificado, pero no descartado.
Sin embargo, la semana pasada un juez determinó que la demanda contra el medio estadounidense no tenía sustento, y que la compañía en ningún caso cometió ilícito ni nada por el estilo. La respuesta de Tarantino no se hizo esperar: ahora su demanda se basa en que Gawker, para asegurarse que el archivo filtrado era lo que decía ser, tuvo que -lógicamente- descargarlo. “En Gawker realizaron una descarga ilegal de una copia no autorizada del guión en formato PDF y leyeron sus 146 páginas”.
Según el director, Gawker habría “inducido” a su gran número de lectores a que también lo descargaran desde un servicio de almacenamiento, lo que a su vez claramente es una violación de los derechos de autor de Quentin Tarantino.
Las acusaciones no terminan ahí. Los abogados de Tarantino también alegan que quien filtró el guión antes que el resto lo almacenó “de manera privada” en un servicio. Por ende, Gawker le mintió a todo mundo al decir que esa filtración era pública: “Se fabricó la historia de la filtración para así desde Gawker hacer sonar la trompeta y promocionarse como la primera fuente en haber obtenido el guión al completo“.
Ahora, Quentin Tarantino busca una compensación de USD $1 millón por todos los daños causados. Y quizás Hateful Eight nunca se filme, pero aquí hay buen material para, al menos, una teleserie al estilo venezolano. Que David Goyer tome nota.
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