En abril de 2010, las siguientes palabras dieron muerte a uno de los proyectos más promisorios de Microsoft: “El proyecto Courier será evaluado para su uso en futuros productos, pero no tenemos planes para construir este dispositivo en este momento“. Se trataba de la tableta Courier, una idea que salió a la luz en 2007 y que fascinó a todo el mundo por tener dos pantallas táctiles (una de ellas con soporte para lápiz stylus) y una interfaz gráfica de usuario totalmente novedosa y hasta revolucionaria.
¿Qué sucedió? Según una investigación al interior de fuentes en la compañía, resulta que en su momento la idea era mucho más que eso, puesto que llegaron a haber 130 personas colaborando en el proyecto, con trabajadores que lo describían como “muy completo” y que aseguran que de haber trabajado un par de meses más en él y con mayores recursos, se podría haber alcanzado un producto final. Hasta ese momento, el Courier corría una versión fuertemente modificada del sistema operativo Windows y fue cancelado poco antes del estreno del primer iPad de Apple, todo a raíz de una disputa interna entre dos ejecutivos de alto rango y el mismísimo Bill Gates.
Y es que durante el desarrollo, Steve Ballmer acogió la visión de dos personajes: J Allard, quien trabajó en la consola XBOX, y Steven Sinofsky, jefe de la división de la plataforma Windows. El primero creía que tener una versión modificada de Windows en el Courier era bueno, mientras que el segundo tenía miedo de cualquier software extraño o transformado que fuese una amenaza hacia el Windows tradicional y su entorno.
Ya en 2010 Ballmer no sabía qué hacer, puesto que ambos eran personas de confianza y a quienes se les quería dar una carrera en Microsoft, así que se acordó una reunión entre Bill Gates, J Allard, Robbie Bach, quien era de la división de dispositivos y entretenimiento y dos miembros del equipo de trabajo del Courier. Los resultados fueron desastrosos, pues Gates le preguntó a Allard cómo lo hacían para que los usuarios hicieran una revisión de su e-mail en el tablet. Allard le restaba importancia a esta clase de funcionalidad diciendo que no buscaban fabricar otro dispositivo más para revisar el correo, sino que un complemento para el PC y los smartphones que sirviese para crear contenidos, a diferencia de las tabletas actuales que sirven para consumir contenidos. Frente a esto, Bill Gates tuvo “una reacción alérgica”, según asegura una fuente, lo que resultó en que unas semanas más tarde el proyecto del Courier fuese cancelado.
Es más: un par de meses después el mismo J Allard junto con Robbie Bach dejaron Microsoft, asegurando que la renuncia no tenía nada que ver con los problemas en el Courier. Con esto, se le dio fin a una excelente idea a raíz de una motivación económica, ya que es normal que Bill Gates se haya asustado de no tener un servicio robusto de e-mail en el tablet siendo que Outlook y Exchange le reportan millones de dólares a la compañía, mientras que atentar contra Windows, la plataforma más rentable de la empresa, tampoco se vio con buenos ojos.
¿Negocios por sobre innovación? Sin duda eso sí es un mal negocio, pues meses después el mundo se decepcionó con el lanzamiento del iPad, el cual de todas formas ha tenido ventas exorbitantes ya que se perfiló como “la única opción decente” para un público hambriento de tabletas. ¿Qué habría pasado de haber salido al aire el Courier? Con el peso de las críticas y con más personas buscando un tablet con Windows que con un sistema operativo móvil, la respuesta se asoma.
Link: The inside story of how Microsoft killed its Courier tablet (CNET)