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¡Larga vida al Japón y a su Emperador! Y de paso también a sus maestros artesanos del Karakuri, el arte de la creación de autómatas que imita a la vida.
Desarrollados en torno al siglo XVIII, su perfección y detallismo aún hacen justicia a su nombre japonés, que vendría a significar “aparatos mecánicos para producir la sorpresa en una persona”. Así también entendemos en parte el desarrollo de la robótica en el país del sol naciente.
De árdua elaboración, sus complejos mecanismos de relojería servían para representar todo tipo de figuras activas, desde escribanos a arqueros o servidores de té. En su época dorada eran empleados no sólo como entretenimiento de la nobleza, sino también como juguetes infantiles e incluso en representaciones teatrales y ceremonias religiosas.
A pesar de que sus días de gloria ya han pasado, aún existen artesanos en Japón que se dedican a su creación. Parte de sus actividades han sido recogidas en una pieza documental por el cámara Matthew Allard, que trabaja para el canal Aljazeera. Quiero uno, pero de momento me conformo con ver el vídeo.
Link: Karakuri, the Clockwork Robots of Japan [Video] (geekosystem)