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Por aquí viene Internet a Chile

La foto de arriba es una de las dos compuertas submarinas chilenas a la megacarretera de Internet. Ese cablecito de ahí, de unos 5 centímetros de diámetro, es el responsable de que gran parte de los chilenos puedan estar conectados a la red. ¿Se ve muy simple? Pues sí, la verdad es bien poco impresionante, pero es así.

Pocas veces cuando entramos a nuestro mail o a Facebook nos detenemos a pensar que una parte muy importante de la información que enviamos viajará a través de cables, y que Internet no está por allá arriba “en la nube”. A veces, sólo cuando una señora con una pala le quita acceso a Internet a un país, nos damos cuenta de cuál es la situación. Fuimos a visitar uno de los lugares donde llega “la Internet” a Chile: una instalación en Valparaíso, tan secreta que no podemos revelar su ubicación y porque nos llevaron con los ojos vendados.

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En realidad a Chile llegan dos cables submarinos: uno entra por Arica y es operado por Entel y Telefónica, y el otro por Valparaíso (perteneciente a la empresa Global Crossing, que entrega servicio a VTR y GTD, aunque también da algunos servicios a las demás operadoras).

El cable de Valparaíso fue instalado en octubre del año 2000. “Fue un día nublado. El barco estaba aquí bien cerca”, explica Italo Godoy, gerente de la instalación de Global Crossing en Valparaíso, apuntando hacia la pequeña bahía que forma la playa Las Torpederas en Valparaíso. Bajo ese mar y bajo la arena donde está parado, llega Internet. Godoy es ingeniero y comenzó trabajando en la primera extensión de cable de fibra óptica terrestre en Chile, hace 20 años, entre Santiago y Rancagua. Luego participó en la instalación del cable submarino que llegó a Arica en 1997, y finalmente en el cable que conecta al país por Valparaíso.

Amarrando un cable

Bajo esta playa pasa el cable submarino

Poner el cable no es un asunto sencillo: tiene que venir un “barco cablero”, que trae kilómetros de cable de fibra óptica enrollados en un depósito, y que lo va desenrollando a medida que avanza. El cable “se amarra” en la orilla, y el barco luego lo va soltando por el mar. A diferencia de los cables de fibra que van por tierra, los que van bajo el océano no están enterrados, sino que son tendidos por sobre el suelo marino y se quedan ahí.

Están hechos para aguantar 30 años sin que se les tenga que hacer nada, porque, lógicamente, el mantenimiento bajo el mar no es nada fácil. “La tecnología es parecida a la de los satélites, todo esto lo fabrican esos tipos con trajes blancos, donde no tiene que haber nada de polvo, nada de humedad. La única mantencion que se hace es correctiva en caso de que haya un corte”, explica Godoy. Hasta ahora, no se ha registrado ningún corte en Chile.

Bajo esta tapa está amarrado el cable que viene del océano a la tierra

El amarrado del cable a tierra tampoco es algo simple. Hay que hacer un hoyo de 2 metros de profundidad en la playa, donde se enterrará el cable, y mientras se amarra la punta en una cabina especial bajo tierra,”el barco no se puede mover. Un tirón es lo peor que te puede pasar, porque queda entonces mal instalado”, explica Godoy. Por eso, los barcos tienen una serie de hélices por debajo que corrigen la posición de la nave con precisión de GPS, para que se mantenga en el mismo lugar mientras se hace el “aterraje” del cable. Toda la intervención en la playa tomó un día. Luego, el barco partió hacia Panamá. “Hasta Panamá son más de 10.000 kilómetros de cable. Se demoró tres semanas en llegar allá”, dice Godoy.

Entre medio, hay una estación más ubicada en Lima.

Los mayores riesgos para el cable, según Godoy, son humanos. “Lo más peligroso son las anclas de barco – si por alguna descoordinación o un tipo que no sabe deja caer el ancla y lo corta, eso es un buen lío”, dice. De todas maneras, los cables están en los mapas marítimos, y la Marina se encarga de vigilar que nadie suelte un ancla sobre el cable.

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El cable mismo no es muy impresionante: tendrá unos 5 centímetros de diámetro, y por dentro viajan 4 pares de fibra solamente. “Tiene que aguantar 4.000 metros de presión de agua encima, así que no puede ser muy grande”, señala Godoy. A eso se suman una serie de “repetidores” que van incluidos en el cable y que se encargan de repetir la señal (amplificar) para que los datos lleguen sin pérdidas a su destino. Por supuesto, en ciertas zonas lleva protecciones extra por fuera (para que no lo muerdan los tiburones, por ejemplo).

¿Me puedo conectar a internet desde aquí?

Desde aquí se monitorea el cable

El cable tiene una capacidad de unos 5 Terabits por segundo. La información que viaja por ahí “es como un chorro que uno ve pasar”, dice Godoy. Desde la playa, el cable viaja bajo tierra hasta una instalación supersegura de Global Crossing, un edificio de paredes blancas lleno de puertas que dicen “ACCESO SOLO PARA PERSONAL AUTORIZADO”.

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Desde allí se monitorea la situación del cable bajo el mar, mientras que también sale otro cable que lleva Internet por tierra hacia Santiago. Pocos clientes se conectan directamente desde Valparaíso. A la capital también llega otro cable de la empresa, desde Argentina, que sirve como respaldo en caso de que llegara a pasarle algo al cable marino.

Reguladores de corriente

Las instalaciones en la ciudad puerto alojan principalmente al “iluminador”, un equipo que le da vida al cable submarino, enviando y recibiendo millones de datos a través de haces de luz. Si bien el cable mismo no cambia en 30 años, la tecnología que está en las puntas sí. “Hay dos factores relevantes: la compresión de datos y la multiplexación”, explica David Iacobucci, gerente general de Global Crossing. La compresión permite usar menos espacio para enviar una cierta cantidad de datos, mientras que la multiplexación es el uso de distintos colores de luz, enviando distintos paquetes por cada color. “Hoy estamos en millones de colores”, señala Iacobucci, lo que permite aumentar la cantidad de información que se transmite.

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La instalación está llena de medidas de seguridad: baterías que permiten operar hasta por 3 días, generadores de electricidad para 3 semanas en caso de cortes de luz, sistemas contra incendio que usan gas en vez de agua (para no dañar los equipos) y sistemas de enfriamiento que controlan la temperatura y humedad de las habitaciones para que los equipos funcionen de manera óptima.

Para que internet llegue a nuestras casas, porciones del cable son “contratadas” por las operadoras (ISPs), que son las que finalmente nos entregan el servicio a los ciudadanos de a pie. Pero originalmente la conectividad viene por ahí: un cable no muy gordo, enterrado bajo la playa, y que nos conecta al mundo por el mar.

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