Aquellos héroes de plástico
Es imposible no recordar con nostalgia y cariño a aquellos héroes de plástico, guardianes de tantos 1’s y 0’s que luchaban a nuestro lado en aquellos difíciles momentos de entrega de informes, respaldo de importantes documentos e incontables juegos (Prince of Persia y ¿Dónde está Carmen San Diego? se me vienen a la mente en este momento) o simplemente el almacenar en sus entrañas aquellas pixelada foto «prohibida» que recién habías conseguido con una escuálida conexión de 14,4 kbps luego de esperar varios minutos a que terminara de descargar. Estoy hablando de los disquetes y su posterior evolución, ya fuesen en su formato de 5,25″ o 3,5″, eran la forma de transportar la información en las décadas de los ’80 y ’90. Las nuevas generaciones jamás van a experimentar esa sensación de estar presenciando el umbral de los albores de la informática, ni tampoco van a experimentar la frustración cuando llegado el momento de tener que exponer darte cuenta que el archivo dentro del disquete estaba corrupto, FUUUUU. En fin, sumando y restando creo que los que sí la vivimos fuimos muy afortunados de cierta forma.
Si el disco duro tuvo su artículo especialmente dedicado a su historia y evolución, ¿por qué no dedicarle unas cuantas líneas a sus hermanos menores de plástico? Partiremos con los disquetes de 5,25″ y 3,5″, pasaremos por la olvidada unidad Zip de Iomega y los discos magneto-óptico, los cuasi inmortales CD y DVD hasta llegar a los pendrives USB.
El concepto que nació con el disquete de 8″
Todo partió el año 1971 cuando IBM comenzó la producción en masa (luego de comenzar la investigación para el desarrollo del dispositivo en 1967) del que sería el padre de todos los disquetes y el que marcaría el paso para la futura generación de unidades de almacenamiento extraíble, el disquete de 8″, que en un principio tenía capacidad para almacenar 81,6KB en 32 pistas; seis años más tarde lograba almacenar 1,2MB en 154 pistas. Nadie se imaginaba en ese entonces que 30 y tantos años después, por ejemplo, en una memoria flash del porte de una estampilla (como una microSD) o un pendrive de 32GB cabrían más de 26 mil veces esa cantidad de información.
El primer disquete de 5,25″, de esos que estoy seguro que muchos de los que están leyendo estas líneas tuvieron alguna vez en sus manos con el típico sobre de papel para proteger la abertura magnética, vio la luz del sol el año 1976 y era capaz de almacenar prácticamente lo mismo que su primo del año ’71, 89,6KB en 35 pistas. El salto viene finalmente el año 1984 con el disquete de 5,25″ de cuádruple densidad que almacenaba 1,2MB.
El disquete de 3,5″, el rey indiscutido de la familia, y que aún se siguen vendiendo muchísimo en países como la India y que se niega a morir a pesar que Sony le aplicó eutanasia, dio sus primeros pasos el año 1982 con una capacidad de 280KB, pero no fue sino hasta 1987 que nació la iteración que daría en el clavo en la masificación con un tamaño de 1,44MB, nacía el mítico disquete de Alta Densidad.
La influencia del disquete en nuestras vidas y en la evolución de los sistemas de informática es innegable, basta darse cuenta cómo aún los desarrolladores de software al día de hoy representan la función de guardado con un dibujo de un disquete de 3,5″. Sin duda pasó a formar parte fundamental del subconsciente colectivo. Y al día de hoy, a pesar que ya ningún fabricante lanza equipos con disqueteras incorporadas, aún tienen una gran utilidad en ciertas tareas como el crear discos de arranque en caso de emergencia en el sistema operativo, en el disco duro o un overclock mal hecho debido a que la BIOS lo reconoce sin necesidad de driver alguno.
La efímera existencia de las unidades Zip Iomega
Un dispositivo que, aunque personalmente nunca tuve uno, sé que muchos usuarios acá sí tuvieron, sobre todo los que tuvieron algún Apple Macintosh con una de estas unidades incorporadas. Se trata de la unidad Iomega Zip, lanzaba en 1994 por Iomega en un intento por reemplazar al disquete de 3,5″; podríamos decir que fue uno de los más fuertes candidatos para la tarea, pero nunca lo logró.
La primera versión tenía una capacidad de 100MB, aunque más tarde saldrían versiones de unos apetitosos, para la época, 250MB y 750MB. Paralelamente lanzaron el formato JAZ, similar al anterior pero de 1GB de capacidad. Tanto el ZIP como el JAZ eran caros. Un disco costaba casi lo mismo que el adaptador o drive externo en sí, y eso es mucho decir.
La masificación y caída de precios de las grabadoras y sus insumos CD-R y CD-RW, junto con la también paulatina caída de precio del pendrive USB le dieron la estocada de muerte a este muchacho que sólo quería hacerle la vida más fácil a los que se quejaban de la poca capacidad y fiabilidad del disquete.
El disco magneto-óptico y el MiniDisc de Sony, dos caras de la misma moneda
¿Se acuerdan de los MiniDisk de Sony y sus reproductores de la época? Pues esos discos eran del tipo magneto-óptico, también rival del disquete de 3,5″ y directo competidor del Iomega Zip, de hecho éste último le robó una buena cuota de mercado.
Un disco magneto-óptico es en la práctica un disco óptico como lo es el CD, el DVD o el Blu-ray, sin embargo, tiene una particularidad, tiene la capacidad de escribir y reescribir los datos sobre sí mismo. Algunos podrán decir que el CD y DVD RW pueden hacer lo mismo, pero no es lo mismo. El disco magneto-óptico graba la información de forma magnética mediante un rayo láser y la lee como unidad óptica también mediante un láser. Las capacidades más comunes fueron: 230MB, 640MB y 1,3GB.
La baja aceptación de este medio de almacenamiento no fue debido a que fuese un sistema malo o poco confiable, sino que simplemente el tren CD/DVD le pasó por encima. Para que se hagan una idea, una de las características de este medio es de hecho la seguridad que provee para almacenar de forma segura, valga la redundancia, la información. De partida no es posible borrar/modificar la información contenida mediante un medio únicamente magnético, lo que los hace resistentes a este tipo de campos, a diferencia de los disquetes. Los fabricantes aseguran que pueden almacenar datos por 30 años de forma segura. ¿Cuánto aguantaba un disquete bajo un uso normal pero sin cuidarlo mucho? Ni un mes.
Por otro lado, una de las ventajas por sobre el CD/DVD es que unidades de grabación de discos magneto-ópticos verifican la información después de escribirla, no así los primeros, lo que lo hace un medio sumamente seguro. Pero la desventaja lógica de esto es que la escritura demora tres veces más que los medios antes mencionados. Esto vuelve a demostrar que no siempre lo mejor pasa a la historia, sino que lo que los intereses de las grandes industrias dictan, sin importar si el medio logra almacenar la información de forma segura o no.
Apogeo y decadencia del CD-ROM
La llegada del CD supuso una pequeña revolución en lo que hasta entonces conocíamos como almacenamiento portable. Ya no más cargar cajas y cajas de disquetes de un lado para otro. Para serles honestos no recuerdo cuánto llegaron constando a nuestro país los primeros CDs vírgenes (¿alguna idea entre los lectores?), pero ciertamente debe haber sido una pequeña fortuna. Sí recuerdo que las grabadoras de CDs estaban por sobre los CLP$200.000 algunas, las más baratas sus CLP$100.000. Ahora un grabador de CD/DVD cuesta una ganga, es la evolución de la industria. Y para qué hablar de la velocidad de grabación, con 2X a 4X eras afortunado si lograbas grabar un disco en menos de una hora y eso si es que no fallaba la grabación entre medio.
Todos tenemos claros que el CD (y sus hermanos mayores) es un sistema de almacenamiento bastante mediocre, ofrece nula verificación de escritura (sí, muchos softwares lo hacen pero cuando se graba un CD-R y se encuentra una falla no es posible sobrescribir el sector) y son muy delicados, cualquier maltrato puede provocarle una raya condenando con ello a toda la información contenida a la muerte; pero como dijimos, los intereses y la presión de la industria junto con la facilidad (cada vez mayor velocidad de grabación) que se fue gestando a través de los años, fueron decidores.
¿Qué hubiese pasado si se llegaba a masificar el disco magneto-óptico, el cual tenía capacidad igual o superior al CD? Ni idea, no soy adivino, pero ciertamente que otro gallo cantaría y tendríamos nuestros datos mucho más seguros que el día de hoy con los medios ópticos.
El rey que se niega a dejar el trono
Y llegó el DVD. No creo que sea necesario explayarme mucho al respecto, todos sabemos lo importante que fue la llegada del DVD grabable y las grabadoras a un precio conveniente. Sus 4,7GB se convirtieron rápidamente en el medio de almacenamiento por excelencia. Con la piratería en ciernes esto se hizo crítico, la facilidad de grabación de grandes cantidades de datos y la copia 1:1 de las grandes producciones de la industria del entretenimiento, películas, juegos, DVDs musicales, entre otros, jugaron un factor clave en la masificación. Debe ser lejos el medio más odiado por la industria del entretenimiento.
Cuando el pendrive y las memorias flash salvaron al mundo
La llegada del pendrive marcó un punto de inflexión en la historia de los medios de almacenamiento. La omnipresencia del puerto USB en cualquier computador del planeta (y que tenga Windows XP o superior, Windows 98 requiere drivers para reconocer un pendrive) y su gran durabilidad y resistencia al mal uso, lo ha hecho el medio elegido por personas que desean transportar datos desde su casa a casa de algún amigo, a la universidad o al mismo trabajo, o simplemente para almacenar diversos archivos de importancia a modo de respaldo.
A pesar que un pendrive puede durar, todo esto en teoría, más de 20 años conservando la información y ser escribible más de 1 millón de veces, los imponderables siempre pasan y el pendrive no está ajeno a dejar de funcionar por algún motivo desconocido, pasando por una alza de voltaje o simple falla interna, sobre todo de las unidades más antiguas.
Lo mismo para las memorias flash, son tantas que no vale la pena ir nombrando una a una, pero son tanto o más importantes que un pendrive, ¿qué sería de nuestro gadget favorito sin una SD/microSD, una MemoryStick, una compact Flash o una XD? Nada.
Conclusión
Como ven la evolución del almacenamiento extraíble es muy interesante y debemos tener presente a todos los primeros pioneros, aquellos que abrieron la senda del desarrollo, optimización y evolución.
La increíble evolución de la que hemos sido testigos todos estos años nos da cuenta de una industria con una capacidad de reinventarse sorprendente. Lo más entretenido de este «mundillo» tech es que nunca sabremos qué se nos viene mañana, la industria no para de sorprendernos con nuevos avances y nuevas tecnologías.
Despidamos con honores, entonces, a los héroes caídos y saludemos con respeto y admiración a las tecnologías que nos acompañan hoy en día y a los hombres que las hicieron posible, es lo mínimo que se merecen.