Fuente: estimaciones de CISCO
Chris Anderson, editor en jefe de la revista Wired y quien hace cuatro años publicara el libro “The Long Tail” acuñando de paso ese término, publicó ayer (junto a Michael Wolff) en la mentada revista un artículo titulado: “The Web Is Dead, Long Live the Internet“.
El título es bastante explicativo y se apoya sobre el gráfico que ven arriba. Básicamente, que la web ha perdido protagonismo en la internet como la principal fuente de contenidos y usos, siendo reemplazada por el mundo de las apps. Las reacciones no se han hecho esperar y están prácticamente incendiando la web (o la internet).
La reflexión del artículo de Wired es bastante completa y tiene múltiples aristas. Es aconsejable leerlo completo y hacerse una opinión propia. Como eso puede tomar tiempo, lo medular tiene que ver con la manera como usamos la internet ahora que tanta gente tiene smartphones con conexión a internet y se empiezan a masificar tablets y ebooks readers. Cada vez con mayor frecuencia se usan apps específicas en vez de usar la web como intermediario. Apps de correo, apps de video, apps para escuchar podcasts y leer RSS. Al final hay gente que absorbe toda la información pertinente del día sin haber abierto el navegador ni una sola vez.
Paralelamente, los grandes sitios web del mundo están tendiendo a concentrar una tajada cada vez mayor del tráfico. Nadie negaría que Facebook sigue creciendo, que es ubicuo y universal. El punto es que está alcanzando un estado en que no es realmente parte de la web. Se visualiza a través del navegador, eso está claro, pero existe más allá de él. Hay apps de Facebook para casi cualquier plataforma: el hecho de que se pueda visitar via web es anecdótico. Segundo, los inversionistas están invirtiendo en sitios con nombre y apellido. Antiguamente era común que un VC metiera plata en 30 startups de Silicon Valley esperando que alguno tuviera éxito: eso se terminó hace dos años y en realidad ahora los bolsillos más poderosos ponen sus fichas en unos pocos sitios selectos. La web sin diversidad no es web, sólo es un puñado de sitios grandes que un día cualquiera decidirán salir a través de una aplicación de escritorio y prescindir del navegador: no es del todo imposible.
La refutación de GigaOM es interesante porque es conceptual. Primero, le baja el perfil a las declaraciones de Anderson tildándolas de obvias, pero añade un punto crucial: Wired asume que la muerte del navegador es la muerte de la web, y eso es un error. Es cierto que más y más aplicaciones se saltan olímpicamente al browser para usar servicios como youtube, twitter o facebook, pero el uso que hay detrás sigue siendo tecnología web. En vez de un browser para ver todo, cada aplicación es un mini browser con una función específica. Tiene mucho sentido, máxime ahora que el advenimiento de HTML5 hace que puedas generar sitios web que funcionen como una aplicación.
El sitio BoingBoing dispara contra la metodología del argumento o, más bien, la del gráfico sobre el cual se apoya el argumento. Verán, esa imagen está elaborada con datos reales, pero en una escala engañosa. La escala vertical es la proporción del tráfico (en bytes) que ocupa cada tipo de comunicación. En ese tipo de gráficos se produce un estado de suma cero que omite el crecimiento inherente de la web. A simple vista podría parecer que el tráfico web está declinando, cuando en realidad sigue creciendo pero más lento que otros tipos de tráfico.
Si en vez de graficar la proporción se graficara el total, con los mismos datos podría llegarse al siguiente escenario:
Fuente: los mismos datos pero en otra escala
Lo cual muestra que el tráfico web no sólo está creciendo sino que sigue acelerando su tasa de crecimiento.
Pero hay otro detalle: ¿Tiene sentido comparar peso del tráfico? A medida que aumentan la velocidad promedio de las conexiones de banda ancha la gente ya no descarga un divx de 600MB, sino un Blu Ray de 60GB. Ya no se conforman con video web de 320×240, sino que quieren verlo en 1080p. En comparación, siguen consumiendo más o menos la misma cantidad de artículos en la web, porque no leen más rápido ni tienen más tiempo libre. Comparar volumen de tráfico siempre favorece a las aplicaciones más demandantes de ancho de banda. Habría que comparar, en cambio, qué proporción del día le dedican los internautas a cada tipo de tráfico.
Finalmente: ¿Tiene sentido separar el video en su propia categoría? Gran parte del video utiliza sitios web para viralizarse. Está claro que se puede ver youtube casi en cualquier smartphone y tableta, pero apostaría a que su uso sigue siendo mayoritariamente embebido en un sitio web.
El argumento de Gawker, más caracterizado por los comentarios ácidos, es una falacia ad hominem, porque abre los fuegos diciendo que Anderson declara la muerte de la web pero lo hace a través de un canal web: el artículo no está en la edición impresa de Wired ni en la app para iPad. Añade, además, que la edición web de Wired vende más publicidad que nunca así que, para ser un medio de difusión moribundo, no parece tan agonizante.
Todo eso es cierto, pero la validez de un mensaje no debiera verse alterada así te lo diga Adolf Hitler o la Madre Teresa. Los méritos personales de Anderson a la hora de diagnosticar el declive de la web pueden darle mayor o menor peso a lo dicho, pero el emitir el mensaje a través de una web que gana dinero no afecta su credibilidad. Por el contrario, cuando Anderson dice que la web está muriendo lo hace a riesgo de dañar colateralmente su propio activo.
Por nuestra parte, tenemos claro que el trabajo de un buen editor es elaborar titulares llamativos que impulsen al lector a interiorizarse del artículo. Siempre me ha parecido baladí condenar el amarillismo o sensacionalismo de un titular, considerando que en algunos ámbitos realmente es un trabajo intensamente creativo el elegir un título que no caiga en la monotonía. A lo mejor Anderson está siendo juzgado por sus pares no tanto por haber emitido una opinión errónea o por haberla presentado de manera más dramática que lo que corresponde, sino porque el primer impulso cuando te dan una mala noticia es disparar contra el mensajero.
Creo que no hay que disparar contra el argumento de Anderson sino examinarlo para ver cuánto hay en él de cierto. Por ejemplo, podemos determinar que es cierto que el tráfico Web crece linealmente mientras que otros servicios lo hacen exponencialmente. Por ejemplo, podemos determinar que, efectivamente, con el surgimiento del App Store del iPhone se puso de moda ese sistema para distribuir aplicaciones con conectividad a internet y ha crecido explosivamente.
¿Señala eso la muerte de este canal de información? No nos parece. ¿Hay que crucificar, entonces a Chris Anderson? Tampoco, podemos no estar de acuerdo, pero cada vez que alguien se toma la molestia de analizar dónde estamos parados y hacia dónde seguiremos, nos está haciendo un favor a todos, máxime si impulsa a tantos actores a meditar sobre el tema y participar, aunque sea atacando al que inició el debate.
Desahuciar una tecnología siempre provoca un poco de polémica, pero hay que admitir que este debate se viene algo mas docto que cuando Prince declaró la muerte de la música en internet.
Links:
The Web Is Dead. Long Live the Internet (Wired)
Is the web really dead? (Boing Boing)
Wired Says ‘The Web is Dead’ — On Its Increasingly Profitable Website (Gawker)
The Web Isn’t Dead; It’s Just Continuing to Evolve (GigaOM)