Cuando se anunciaron las expansiones de Grand Theft Auto IV, no era muy difícil imaginar alguna extensión de las aventuras de Niko Bellic. Pero dándo un golpe a la cátedra, la gente de Rockstar Games prefirió armar una historia completamente nueva lanzando el excelente The Lost and the Damned, que ya revisamos en su momento.
No contentos con eso, y para cumplir con el acuerdo de las dos expansiones exclusivas para Xbox 360, Dan Houser y compañía ahora se la juegan con una visión muy particular de la ciudad ícono de la saga, en horario nocturno y con una abrumante libertad y madurez para tratar tópicos que rayan en lo tabú. El círculo de Grand Theft Auto IV, iniciado hace un tiempo con el desembarco de Niko Bellic desde Europa del este, se completa con The Ballad of Gay Tony. Desde Liberty City, con amor.
Este Labs se centra en The Ballad of Gay Tony, aunque la valoración final cuenta para el conjunto completo. Los detalles de The Lost and the Damned, se pueden leer en el Labs correspondiente.
Una nueva melodía…
Como ya conocíamos de antemano, esta balada presenta al ya no tan exitoso empresario Tony Prince, alias Gay Tony, y su guardaespaldas, ayudante y socio comercial Luis López, un dominicano que busca redimirse de sus errores de antaño, y de paso ser alguien en el mundillo.
Lo primero que llama la atención de este segundo capítulo es la manera en que se trata el argumento. Todo gira en torno al mundo urbano nocturno y los dos clubes de propiedad de Tony, el Hercules y el Maisonette 9. Las cosas andaban bien hasta que la economía, las hipotecas, y las relaciones con gente poco transparente hacen que el dúo Tony/Luis se tengan que ensuciar de manos y pies para pagar deudas y favores.
Como nunca un juego de la serie Grand Theft Auto trata temáticas fuertes y hasta cierto punto vetadas en la industria, y se agradece que la historia se desarrolle de manera muy natural, sin ningún momento donde se pueda llegar a sentir que se fuerzan situaciones o diálogos. Todo esto apoyado por un excelente trabajo actoral, marca de la casa, firmando interpretaciones impecables para todos y cada uno de los personajes. Luis López es un caracter muy diferente a un Niko Bellic o Johnny Kiebitz en términos de personalidad, aunque comparte la base de la mayoría de los protagonistas de la serie: tiene carisma, y no le tiembla el pulso a la hora del matonaje. Pero mientras antes éramos un inmigrante ilegal o un paria de la sociedad, ahora nos codeamos con el estilo y la elegancia que otorgan la farándula y la vida nocturna de la clase media-alta.
…y un nuevo ritmo de baile
La fórmula se mantiene inalterable -¿alguien esperaba lo contrario?- de acuerdo a lo que es Grand Theft Auto, aunque se siente un cambio algo radical respecto al GTA IV original en el ritmo de juego. La gran mayoría de las misiones se basan en tiroteos y explosiones, algo que seguramente los que se sintieron un poco decepcionados con GTA IV van a agradecer. Hacen acto de aparición nuevos vehículos que sirven perfectamente para este propósito, donde destaca el Buzzard, un helicóptero de aspecto inofensivo que termina siendo un arma de destrucción masiva.
Misiones secundarias las hay y bastante interesantes, por lo que merecen párrafo aparte. Las Drug Wars corren por cortesía de los compinches de Luis López, que siguen sin abandonar el barrio, y donde el objetivo es recuperar cargamentos de droga a punta de disparos y persecusiones. Están también las peleas clandestinas, que sirven para probar que tan hábil puede ser Luis con los puños, aunque en este caso el control poco refinado puede jugar malas pasadas. Y el paracaídas marca su regreso triunfal desde San Andreas, ahora sirviendo para practicar salto base desde los numerosos rascacielos de Liberty City, y para otros variados usos dentro de la trama principal. Además, dentro de los clubes podemos realizar ciertas actividades del tipo party hard, como ser competencias de champagne, con las consecuencias obvias de la ingesta excesiva de alcohol. O directamente entrar en la pista de baile y usar el ritmo latino de Luis para participar en bailes masivos o de pareja mediante un minijuego bastante simple.
Argumentalmente este segundo capítulo transcurre en paralelo a las historias ya conocidas anteriormente en GTA IV y Lost & Damned. Todo se inicia en el famoso atraco al banco por parte de Niko Bellic y los irlandeses McReary, y este no es el único punto donde las lineas se cruzan. Aparte, hay numerosos diálogos y guiños relativos a ciertos eventos ya conocidos desde los otros lados de la historia, haciendo gala de la prolijidad con la que Rockstar Games trata los guiones. No hay nada al azar, todo está perfectamente planificado y los 3 episodios terminan siendo parte de una historia mayor.
Es Liberty City, la de siempre
Visualmente, todo ya se ha visto antes. El motor de GTA IV sigue destacando al gestionar grandes extensiones de terreno, cargas poligonales bastante altas, y un nivel de detalle impresionante. A cambio, flaquea en estabilidad en cuanto a tasa de cuadros por segundo, y el dithering -efecto acuarela- sigue presente atacando la definición de los objetos, sobretodo a distancias medias. En cuanto al audio, hay varios agregados a la banda sonora que se puede escuchar en las radios de Liberty City, principalmente música de discotheque que perfectamente podría escucharse en cualquier club y en cualquier ciudad.
En Lost & Damned se incluyeron algunos modos multijugador novedosos, pero en este episodio las novedades respecto a GTA IV son mas bien pocas, al mantenerse prácticamente los mismos del original con algunas mejoras, donde destaca el turbo para las carreras de auto, y obviamente, la inclusión del paracaídas en el modo libre.
Solo la historia principal en este nuevo capítulo ronda las 8 horas aproximadamente, pero sacarle el jugo a todo lo que ofrece el juego toma unas cuantas más. Hay algunas misiones bastante largas, por lo que se agradece el sistema de checkpoints dentro de las mismas, en caso que usemos las repeticiones. Eso si, al completar cualquier misión de esta forma, no se pueden subir los resultados y el puntaje al Rockstar Social Club. De todas formas, al terminar el juego es posible repetir cualquier misión anterior seleccionándola desde el teléfono móvil. Un buen agregado que favorece la rejugabilidad, y le alarga el diente a los cazalogros.
La trinidad si es posible
Episodes from Liberty City supera, y por mucho, el límite de una expansión en cuanto a duración y calidad. Una sola de estas historias ofrece suficiente variedad respecto al juego original, y las dos juntas arman un pack imperdible. A la hora del conteo final, los problemas se quedan en cosas menores; quizás a nivel jugable lo único objetable son los controles poco finos para ciertas acciones, en especial con algunos vehículos mas sofisticados y que requieran de mayor precisión. Las historias de Johnny Kiebitz y Luis López ofrecen una buena dosis de acción, y por sobre todo espectacularidad, suficiente para aquellos que criticaron a GTA IV precisamente por su estilo demasiado alejado del desenfado de San Andreas. Tomando en cuenta las mas de de 20 horas de juego en conjunto, tanto Lost & Damned como The Ballad of Gay Tony valen todos y cada uno de los 20 dólares que cuestan individualmente en formato descargable, y aun más si pensamos que la versión en disco no necesita GTA IV para correr.
Broche de oro para el ciclo de Liberty City, con 2 historias que desbordan calidad por todos lados, y que junto a la original forman una trinidad no tan imposible en el peor lugar de Norteamérica. I luv LC.
Lo imperdible:
- El desarrollo de los argumentos y las conexiones con la historia original.
- La variedad de misiones, tanto principales como secundarias.
- Mucha acción y explosiones a destajo.
- La ambientación y localización de las expansiones es notable.
- Las pequeñas variaciones a los modos multijugador se agradecen.
- La relación calidad-precio de la versión física es simplemente imbatible.
Lo impresentable:
- El motor gráfico muestra sus años.
- Algunos problemas específicos con el control.
- Una lástima que estas expansiones no salgan en PC y PS3.
Excelente
…supera, y por mucho, el límite de una expansión en cuanto a duración y calidad.”