Hace algunos días el Parlamento Europeo dio el último paso necesario para convertir en ley un proyecto que tenía inquieto a Apple: la designación del puerto USB-C como estándar para los dispositivos electrónicos comercializados en este terreno.
El martes 4 de octubre de 2022 esta iniciativa que orillaría a la instauración de un cargador único fue aprobada por el pleno con 602 votos a favor, 13 en contra y 8 abstenciones. Una cifra contundente, pero no exenta de detractores.
En donde el objetivo central de esta ley se enfocaría en, literalmente, “reducir los residuos electrónicos y capacitar a los consumidores para tomar decisiones más sostenibles”.
Algo que podría sonar sensato para un mercado donde desde hace años se utiliza al USB-C como el estándar más común y práctico. Pero había un afectado obvio por este proyecto: Apple.
Una compañía con una narrativa construida en torno a la innovación, cuando en realidad no se han distinguido precisamente por adoptar o crear lo último en tecnología.
Sino más bien por tomar los elementos ya existentes y articularlos de manera fresca con otros no tan nuevo, exprimiendo al máximo su alta optimización de software, jugando así a favor de sus balances de ganancias contra costos de producción.
El perfecto ejemplo de ese juego de equilibrios es, justa e irónicamente, su apego al puerto Lightning.
Apple tendrá que adoptar el estándar USB-C en 2024
Apple tiene una extensa tradición con la imposición de conectores propietarios que obligan a sus consumidores a mantenerse aislados (o ¿distinguidos?) generando gastos extra mediante la inversión de accesorios adicionales que definitivamente no apoyan los saldos financieros del propio consumidor, aunque cada compra pueda implicarle una supuesta satisfacción por su reafirmación.
Lo curioso aquí es que hay algunos casos en donde los consumidores no sólo lo asumen como una realidad, hasta desean mantener esa dinámica, a pesar de que podrían sobrar los argumentos presentes y tangibles que rebaten esa postura y la reacción negativa ante una regulación esencial contra un desbalance.
En sus argumentos cuando intentaban frenar este proyecto Apple afirmaba que esta medida iba contra la innovación, e incluso es posible encontrar en la red piezas que plantean escenarios hipotéticos de qué habría pasado si este tipo de regulaciones se hubieran establecido con conectores ya viejos como el microUSB.
Sin embargo dicha perspectiva omite (racionalmente o no) el patrón habitual de conducta del fabricante de Cupertino, en donde, en materia de hardware, suelen dar el salto bastantes años después de que las demás compañías han avanzado.
Ahí está el iPhone 14 Pro, que por fin cambió su cámara para evolucionar a los 48 MP, tras más de 6 años usando exactamente el mismo sensor principal desde el iPhone 6s.
Otro buen ejemplo de ello es el propio estándar USB-C, que lleva más de 7 años circulando en el mercado de los teléfonos inteligentes.
Mientras que el puerto Lightning, que nació varios pasos atrás en materia de eficiencia, ya cumplió una década de existencia en los dispositivos Apple este septiembre de 2022.
Los puertos USB-C, que parten de un estándar abierto y libre, no controlado por una sola compañía, pueden ofrecer velocidades mucho más rápidas gracias a la compatibilidad con USB 3.2, USB4 y hasta Thunderbolt.
A la vez que el puerto Lightning es, en esencia, USB 2.0 que ha ido integrando algunas mejoras relativas, pero que a la larga lo vuelve relativamente lento en datos y tasas de carga.
Aunque sí, desarrollado por Apple, lo que abre el terreno para una mayor innovación. O eso buscaba consolidar el argumento original.