Cuando te encuentras haciendo compras y revisas el saco de papas solo tienes como objetivo descubrir si han comenzado a ponerse verdes, para enfrentarte al enigma de si tirarlas o no.
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Algunos cortan las manchas verdes y las usan de todos modos, otros la usan de igual forma. Sin embargo, un popular caso médico de hace más de 40 años confirman que la decisión correcta es botar esos pedazos.
En 1978 un error de catering provocó que 78 estudiantes británicos se envenenaran por culpa de unas patatas verdes.
La historia fue contada ese mismo año mediante un informe de BMJ Case, dónde explican que unos alumnos de una escuela del sur de Londres que habían regresado de sus vacaciones se enfermaron de manera repentina.
Los estudiantes presentaron síntomas cómo vómito, diarrea, depresión del sistema nervioso y, en los casos más graves, presentaban “episodio de espasmos convulsivos.
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Una situación bastante grave
Según el informe médico publicado, los niños mostraron signos de colapso circulatorio periférico, aún cuando la deshidratación era leve.
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Detalló que se perdió “poca” sangre en sus heces o vómitos, a pesar de los seis días que siguieron los síntomas en algunos de ellos.
Luego de lo ocurrido, se pudo dar con la causa de la intoxicación de los estudiantes: los alumnos habían consumido 14 horas antes unas patatas hervidas, según el estudio.
Las patatas verdes
La patatas forman parte de la dieta común en el occidente, por eso muchas personas se sorprenden al enterarse que estas provienen de una planta venenosa.
Lo que la gente no sabe es que los gallos y hojas de las patatas tienen una serie de glucósidos alcaloides, denominados solaminas, los cuales son tóxicos.
El motivo de este error según la información de la prensa de esa épica era que los proveedores de catering habían usado una bolsa de patatas que había sobrado del trimestres anterior.
Por fortuna todos los niños se lograron recuperar tras recibir tratamiento, pero eso no quita que algunos la pasaran realmente mal.