La narrativa del avance de la tecnología dicta que los robots y la inteligencia artificial, van a reemplazar a los humanos. Cualquier trabajo automatizado o de servicio podrá ser realizado por una máquina, que sea configurada de manera correcta.
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Sin embargo, una cafetería situada en el corazón de Minato Ward, Tokio, desafía por completo la ecuación antes mencionada. El sitio se llama Dawn Avatar y los meseros no son humanos, pero necesitan de una persona que los manipule en una de las expresiones de inclusión más grandes que hemos visto en los últimos años.
Los meseros son robots que están manejados por personas desde casa, la empresa exige una sola característica para contratar mano de obra para las máquinas: que tengan alguna discapacidad.
La innovadora propuesta nace de la empresa Ory Laboratory, cuyo objetivo es ofrecer oportunidades laborales a personas con discapacidades severas, como ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) o lesiones medulares que les impiden desplazarse.
En lugar de ser desplazados por la tecnología, estos trabajadores han encontrado en los robots un puente para reincorporarse al mundo laboral.
Los robots OriHime-D
Los camareros operan unos robots llamados OriHime-D de manera remota. Los mueven con precisión y se comunican con los clientes a través de micrófonos y parlantes integrados.
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Lo más notable es que, lejos de ser un servicio frío o impersonal, la interacción con los clientes es cálida y humana. Los robots transmiten la personalidad de quienes los manejan, logrando que cada visita a la cafetería sea una experiencia única.
Cuando se inauguró el proyecto, en el año 2018, se informó que los operadores recibirían un salario de 9 dólares por hora, una cifra competitiva dentro del sector de la atención al cliente en Japón.

La gran parte del mundo corporativo amenaza a la clase trabajadora con la automatización en muchos de sus sectores laborales, incluso en la figura de CEO. La Cafetería Dawn Avatar demuestra que la relación entre humanos y robots puede ser una alianza, no una competencia.