La Nintendo Switch fue una revolución en su lanzamiento. Poder jugar Zelda: Breath of the Wild en la tele y luego llevártelo al baño sin interrupciones fue, sin duda, un sueño hecho realidad.
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Pero si hay algo que los desarrolladores de videojuegos aprendieron rápido, es que esta pequeña consola híbrida tenía un gran problema: su potencia (o la falta de ella).
Ahora que la Switch 2 está en camino, Nintendo tiene claro que no quiere repetir el mismo error.
Porque sí, vender más de 130 millones de unidades está genial, pero hacer que los programadores tengan que sacrificar resolución, texturas y hasta su dignidad para hacer que un juego funcione… no tanto.
Una CPU al borde del colapso y tiempos de carga eternos
Si la Switch fuera una persona, su CPU sería ese amigo que siempre está ocupado. Desde el primer día, estaba al 100% de su capacidad, sin margen para hacer más de una cosa a la vez.
¿El resultado? Tiempos de carga que parecían castigos divinos y escenas que tardaban en aparecer más de lo esperado.
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Mientras las consolas de la competencia lucían gráficos en 4K dignos de un cuadro en el Louvre, los juegos en Switch hacían malabares para alcanzar 720p en el modo acoplado. Y en modo portátil… bueno, digamos que jugar en 540p es una experiencia “retro”.
Memoria en “modo ahorro” y texturas aplastadas
La RAM de la Switch también fue un problema. Mientras que la PS4 y la Xbox One tenían 8 GB, la Switch decidió hacer las cosas con la mitad. Eso obligó a los desarrolladores a comprimir las texturas hasta niveles absurdos.
¿Querías ver detalles en la ropa de los personajes? Pues toma un manchón borroso y dale las gracias.
Y los cartuchos… ¡ay, los cartuchos! No solo tenían una velocidad de lectura más lenta que un abuelo con bastón, sino que encima eran tan pequeños que muchos juegos requerían descargar contenido extra.
O peor aún, los estudios optaban por cartuchos más baratos y pequeños para ahorrar costos, dejando al jugador con instalaciones adicionales gigantescas.
Switch 2: ¿Aprendiendo de los errores?
Con la Switch 2 en camino, los desarrolladores esperan una mejora considerable en el hardware. La diferencia entre la Switch actual y consolas como la PS5 o la Xbox Series X hace que adaptar juegos modernos sea un infierno.
Y nadie quiere ver un Elden Ring en Switch corriendo a 12 FPS con gráficos de Minecraft. Nintendo sabe que su próximo hardware necesita más potencia, más memoria y menos compromisos.
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Porque una cosa es querer ofrecer una experiencia portátil accesible, y otra muy distinta es hacer que los programadores vendan su alma para que un juego corra sin explotar.