La pregunta de quién es el dueño de Apple, la empresa más valiosa del mundo, podría parecer sencilla. Sin embargo, la respuesta es mucho más compleja de lo que parece gracias a como ha evolucionado la forma de invertir en ellas gracias a las gestoras pasivas. Es decir, una forma de invertir que consiste en apostar el dinero en fondos que siguen la composición de fondos indexados. Llevando asi a una transformación profunda en la estructura de propiedad de las grandes compañías tecnológicas.
Así es como se reparten las acciones de Apple
A simple vista, Apple está fragmentada en millones de acciones repartidas entre un gran número de inversores. No obstante, la realidad es que tres gigantes de la gestión pasiva, Vanguard, BlackRock y State Street, controlan una quinta parte de la empresa. Estos gestores, que replican índices bursátiles, han acumulado una influencia considerable sin buscar activamente tomar las riendas de la compañía.
La paradoja radica en que estos nuevos “dueños” no están interesados en dirigir Apple. Su objetivo es simplemente replicar el comportamiento del mercado. Cuanto más crece la empresa en la que invierten, más acciones deben comprar estos gestores, creando un círculo vicioso que consolida aún más su poder.
Por otro lado, los empleados de Apple, incluidos su presidente, CEO y otros ejecutivos, poseen una porción mucho menor de las acciones de la compañía. Aunque estos “insiders” tienen un interés directo en el éxito de la empresa de la manzana, su influencia en las decisiones estratégicas está limitada por la concentración de poder en manos de los grandes gestores pasivos.
Cabe señalar que este modelo de propiedad es cada vez más común en las grandes tecnológicas, desplazando el poder de los fundadores visionarios hacia entidades que priorizan la estabilidad sobre la disrupción. En el caso de Apple, esta dinámica podría explicar su enfoque más conservador en los últimos años, en comparación con la era de Steve Jobs.