En una era dominada por la tecnología donde el almacenamiento en la nube es parte de nuestro día a día, podría pensarse que las memorias USB y las tarjetas SD han quedado relegadas al pasado. Sin embargo, estos pequeños dispositivos siguen siendo indispensables para muchos usuarios después de muchos años, mismos que aún fallan a la hora de comprar la ideal.
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Así compras la USB y SD ideal
A diferencia de la compra de un teléfono o un televisor, donde las características clave son más intuitivas, seleccionar una memoria USB o una tarjeta SD requiere un conocimiento más profundo. Más allá de la capacidad en gigabytes y el tipo de conector, existen una multitud de factores a considerar que pueden confundir incluso a los usuarios más experimentados.
Uno de los mayores desafíos es entender la diferencia entre los estándares USB. Si bien sabemos que USB-C es más moderno que USB-A, pocos conocen las distintas versiones de USB 3.1 y sus implicaciones en términos de velocidad. Además, el conector USB-C puede albergar diferentes protocolos, como USB 4 o Thunderbolt, cada uno con sus propias características.
Otro factor que complica la elección es la forma en que los fabricantes presentan las especificaciones de sus productos. Muchas veces, se enfatiza el ancho de banda máximo del estándar USB, pero este dato no refleja necesariamente la velocidad real de transferencia de la memoria. Es como comparar el diámetro de una tubería con el caudal de agua que fluye por ella: una tubería grande no garantiza un flujo rápido si hay otros factores limitantes.
En el caso de las tarjetas SD, la situación es igualmente compleja. La variedad de siglas como SDSC, SDHC y SDXC, así como los diferentes logotipos que indican la clase de velocidad, pueden resultar abrumadoras para el usuario promedio.