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Impresión 3D de carne | ¿Revolución alimentaria o fiasco gourmet?

La impresión 3D aplicada a la alimentación tiene un potencial impresionante en términos de eficiencia y producción a gran escala.

En el mundo de la tecnología alimentaria, las innovaciones no se detienen. Desde hace algunos años, hemos sido testigos de la creciente popularidad de la carne a base de plantas, diseñada para imitar a la perfección sus contrapartes animales; no obstante, ahora surge una propuesta aún más futurista: carne impresa en 3D.

¿El futuro de la gastronomía o un paso innecesario en la búsqueda de alternativas sostenibles? Recientemente, Matt Reynolds, redactor senior de WIRED, tuvo la oportunidad de probar unos cortes de carne impresos en 3D enviados por Steakholder Foods, una compañía israelí pionera en este campo y comentó su historia.

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Tecnología vs sabor

Según Reynolds, la principal promesa de esta tecnología es la creación de estructuras complejas que imiten la textura y consistencia de la carne animal. Pero, como todo amante de la comida sabrá, de nada sirve la innovación si al final el producto no es delicioso. Así que, con grandes expectativas, Reynolds se dispuso a probar varios productos enviados, que incluían filetes de pescado y carne impresos en 3D.

El primer desafío fue con un filete de pescado a base de plantas. Tras seguir las instrucciones de cocción, lo retiró del horno solo para encontrar un filete pálido y con una textura sorprendentemente débil. Su sospecha de que se desmoronaría con solo tocarlo se confirmó al intentar transferirlo al plato. Al cortar el pescado, el interior resultó ser más bien una especie de mousse, sin la estructura que se espera de un filete tradicional. En cuanto al sabor, aunque Reynolds intentó realzarlo con una salsa de mantequilla vegana y alcaparras, lo que predominaba era una sensación de insipidez.

¿Y la carne? Aunque visualmente el filete de carne parecía prometedor, con algo de dorado en la superficie que prometía una reacción Maillard exitosa, el interior carecía de sabor y se deshacía en tiras delgadas. Reynolds dice que era como si alguien hubiera intentado recrear un filete sin haber probado nunca uno auténtico.

¿Es este el futuro que queremos para la comida?

El problema aquí no es solo la tecnología. De hecho, la impresión 3D aplicada a la alimentación tiene un potencial impresionante en términos de eficiencia y producción a gran escala. Sin embargo, en su experiencia, Reynolds dice que los resultados en sabor y textura de estos productos no alcanzan la calidad que uno espera en una buena comida.

En comparación, otras alternativas a base de plantas, como las hamburguesas de Beyond Meat o los productos de Juicy Marbles, han demostrado que se puede lograr algo delicioso sin necesidad de carne animal. Estas marcas han logrado capturar algo esencial: la experiencia completa de disfrutar un buen plato. No se trata solo de replicar la carne, sino de crear un producto que funcione por sí mismo.

Innovación con sabor, no solo tecnología

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Uno de los mayores riesgos de la industria de la carne a base de plantas es que la tecnología se anteponga al sabor. Y si algo quedó claro en esta prueba es que, aunque la impresión 3D pueda ser un avance tecnológico impresionante, la gastronomía requiere algo más que ingeniería.

Al final del día, el objetivo de cualquier alimento es deleitar. La tecnología puede ayudarnos a resolver problemas como la sostenibilidad o la producción en masa, pero si no logramos ofrecer una experiencia que satisfaga a los comensales, ¿realmente hemos avanzado? Para que estas innovaciones sean realmente relevantes, deben ser deliciosas.

Reynolds sostiene que Steakholder Foods puede haber dado un paso importante en términos de tecnología, pero queda mucho camino por recorrer para conquistar los paladares del mundo.

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