En un diálogo con periodistas de América Latina y España, el autor Yuval Noah Harari se mostró preocupado por el poder creciente de la inteligencia artificial (IA), a la que describió como “un agente independiente”, capaz de actuar en el mundo sin la necesidad de intervención humana.
Según Harari, lo que diferencia a la IA de otras tecnologías es su capacidad de autonomía. A modo de ejemplo, explicó que si las bombas nucleares pudieran decidir por sí mismas cuándo explotar y perfeccionarse, estaríamos ante una situación similar a lo que podría suceder con la IA.
“La IA ya no es solo una herramienta, es un agente independiente”, aseguró.
Un auto sin frenos
Durante su intervención, Harari subrayó los peligros de desarrollar la IA sin las regulaciones adecuadas. Comparó la situación actual con un automóvil sin frenos, donde la prioridad es la velocidad sin importar las consecuencias.
“Es absurdo pensar que podemos lanzar esta tecnología y luego intentar solucionar los problemas en el camino”, ironizó el autor, cuestionando la carrera armamentista tecnológica que se está librando en torno a la IA.
Para Harari, uno de los mayores riesgos es que estas innovaciones se están desarrollando en un entorno de competencia frenética, lo que podría tener consecuencias desastrosas. Según él, la humanidad no ha aprendido de las lecciones del pasado, y estamos avanzando demasiado rápido sin detenernos a reflexionar sobre el impacto que esto podría tener en la sociedad.
Un potencial vigilante incansable
Uno de los puntos más alarmantes que Harari plantea en Nexus es la posibilidad de que la IA se convierta en la base de regímenes totalitarios sin precedentes. A diferencia de los dictadores del pasado, como Stalin o Hitler, que no podían controlar a todas las personas todo el tiempo, la IA tiene el potencial de hacerlo.
“No necesita descansar, no tiene que dormir ni tomar vacaciones. Puede seguirnos a todos, todo el tiempo”, advirtió.
Y es que, gracias a su capacidad de procesar enormes cantidades de datos en tiempo real, desde videos hasta textos e imágenes, los regímenes autoritarios podrían implementar sistemas de vigilancia total que aniquilarían la privacidad individual.
“La IA no dejará que los informes acumulen polvo en un archivo, los analizará al instante, buscando patrones en nuestras vidas”, explicó el historiador.
Lo bueno y lo malo de la IA
Sin embargo, Harari también reconoce el potencial positivo de la IA. En su charla, mencionó cómo esta tecnología podría revolucionar la atención médica, proporcionando doctores virtuales disponibles las 24 horas del día, mucho más eficientes y baratos que los humanos. Aun así, decidió que Nexus se centrara en los riesgos, argumentando que las corporaciones tecnológicas ya se encargan de promover las ventajas, mientras los peligros pasan desapercibidos.
¿Hacia dónde vamos?
Al finalizar, Harari lanzó una advertencia sobre el futuro de la IA: lo que hoy vemos es solo el comienzo. Los sistemas actuales, comparó, son como las amebas en la evolución biológica.
“Les tomó miles de millones de años a las amebas evolucionar hasta convertirse en humanos, pero la IA podría hacerlo en solo una década”, dijo, dejando en el aire la inquietante pregunta: “¿Cómo será el dinosaurio de la inteligencia artificial?”
Lo que está claro para Harari es que la IA va a cambiar radicalmente el mundo en los próximos años, no solo en lo tecnológico, sino también en lo psicológico y social.
“Hemos vivido protegidos en el capullo de la cultura humana, donde todo lo que consumíamos era creado por otras personas. Ahora, cada vez más, nuestras historias, imágenes y música provendrán de una inteligencia ajena”, reflexionó.
La visión cínica del poder
En su conversación, Harari también abordó uno de los grandes problemas de nuestra era: la desconfianza generalizada en las instituciones y la creciente polarización. Tanto la extrema derecha como la izquierda comparten, según el autor, una visión profundamente cínica de la humanidad, donde todo se reduce a luchas de poder.
Sin embargo, el experto invitó a recuperar una perspectiva más compasiva. No todo en la vida, afirmó, es manipulación o búsqueda de poder. Aún existen valores como la confianza y la cooperación que pueden ayudarnos a enfrentar estos desafíos.
“La idea de que todo el periodismo es una conspiración o que la ciencia es solo una herramienta de manipulación está destruyendo nuestra democracia”, sostiene.