Quien escribe las presentes líneas tiene muy presente una de sus primeras impresiones cuando vio en acción la Inteligencia Artificial (IA) de ChatGPT cuando de recién fue liberada para que la probara cualquier simple mortal. El sistema en efecto podía redactar piezas textuales de una extensión relativamente amplia con una aparente soltura y dominio del tema. Pero lo que más me impresionó era su fluidez para armar un texto digerible y no tan mecánico como todos los proyectos previos del ramo.
Sin embargo bastaba pasar un periodo medio corto de pruebas a profundidad con el sistema de OpenAI para percatarse de que contaba con amplias áreas de oportunidad que aún no ha superado. Como sucede con el tema de sus frecuentes alucinaciones, que genera respuestas con información absolutamente falsa. O el tema de su redacción, que con el paso del tiempo puede detectarse como mecánica, acartonada, secuenciada y hasta cierto punto repetitiva por la reiteración constante de palabras.
Por un lado la tecnología decía adiós a los errores de ortografía y los typos, pero también abría la puerta a textos rígidos y sin tanta alma. Ahora la ciencia ha publicado un artículo que viene a respaldar un poco todo esto.
Usar una Inteligencia Artificial como ChatGPT hace que todas las redacciones suenen iguales
Para bien y para mal la Inteligencia Artificial está revolucionando la forma en la que creamos y consumimos contenido, pero al parecer ha llegado la hora de preguntar a qué costo está sucediendo esto. Un reciente estudio publicado en Science Advances ha desvelado una faceta poco explorada de esta tecnología, en donde descubrimos que, si bien puede potenciar la creatividad individual, podría detonar igual este incómodo fenómeno de homogeneizar las narrativas a gran escala con redacciones que se sienten todas iguales.
La investigación, llevada a cabo por un equipo internacional de científicos, involucró a cientos de voluntarios que escribieron historias cortas con distintos niveles de asistencia de una IA. Los resultados fueron tan llamativos como incómodos, ya que la Inteligencia Artificial demostró ser una valiosa herramienta para superar bloqueos creativos y enriquecer hasta cierto punto la estructura narrativa del texto, sobre todo entre los menos habituados a escribir cualquier clase de pieza escrita.
Sin embargo, en el estudio también se detectó un claro y obvio riesgo latente, ya que a medida que los escritores se apoyaban más en las ideas proporcionadas por ChatGPT y plataformas similares en realidad al final las historias comenzaron a converger en un conjunto limitado de tropos, estructuras narrativas y secuencia de redacción.
En otras palabras, la IA podría estar actuando como un factor que empareja toda la creatividad, donde las historias del futuro podrían comenzar a sonar cada vez más similares entre sí, ya que parten del mismo núcleo.
Hay un peligro con redactar tanto en ChatGPT
Los autores del estudio advierten que esta tendencia podría tener consecuencias negativas para la cultura y la sociedad. De manera similar a cómo el uso excesivo de calculadoras terminó por atrofiar la capacidad de los niños para realizar cálculos mentales simples, ahora la dependencia excesiva a ChatGPT y otros sistemas del mismo sector para la creación artística podría limitar nuestra capacidad de generar ideas originales.
Al parecer, al final, la mejor alternativa y la mayor gracia sería el poder desarrollar la habilidad de en qué puntos precisos del proceso creativo se debe recurrir al uso de la Inteligencia Artificial sin permitir que sea el elemento predominante, la materia prima de lo que sea que estemos redactando. Pero hoy por hoy la humanidad se encuentra en el proceso de delimitar todo eso.
Estamos ante un panorama un poco desolador por lo mismo. Donde es posible que el futuro que nos depara el destino sea indistinguible, lleno de piezas iguales entre sí. Todo gracias a la IA.
