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Donkey Kong 64 iba a ser tan violento que hasta Shigeru Miyamoto se horrorizó

El juego terminó siendo una propuesta visualmente más amigable.

donkey kong 64
donkey kong 64 Donkey Kong 64 iba a ser tan violento que hasta Shigeru Miyamoto se horrorizó

Donkey Kong 64, una de las joyas de la corona de Nintendo 64, nos regaló una aventura inolvidable en 3D junto a Donkey Kong y sus amigos, mientras intentan rescatar a sus plátanos del Rey K. Rool. El juego, lanzado en 1999 y tal como sus predecesores de Súper Nintendo, ha sido citado como una influencia en muchos otros juegos de plataformas, y su diseño de niveles y su jugabilidad siguen siendo considerados innovadores.

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Y si bien, no alcanzó el nivel de Super Mario 64, este título de Rare se ganó un lugar especial en los corazones de los jugadores gracias a su humor, jugabilidad y personajes entrañables, dando pie a un juego de plataformas innovador y divertido que ofrecía una experiencia de juego única. Sus gráficos, jugabilidad, diseño de niveles y música lo convirtieron en un clásico de la era de Nintendo 64.

Donkey Kong 64 iba a tener armas de fuego

Sin embargo, el juego pudo haber sido muy diferente. La idea original del equipo de Rare era que los protagonistas, Donkey Kong, Diddy Kong, Tiny Kong, Lanky Kong y Chunky Kong, empuñaran armas de fuego reales como pistolas y escopetas.

Durante una visita de Shigeru Miyamoto, Satoru Iwata y Howard Lincoln a las oficinas de Rare para ver el avance del juego, la idea de las armas reales no fue del agrado de Miyamoto. Al ver a Donkey Kong disparando una escopeta, su reacción fue de horror y pánico.

Ante la negativa de Miyamoto, el equipo de Rare tuvo que improvisar. En un momento de inspiración, Miyamoto dibujó una pistola de cocos que, tras algunas modificaciones, se convirtió en el icónico Escupecocos.

Una decisión más que acertada

Sin duda, la decisión de Miyamoto de eliminar las armas de fuego y reemplazarlas por el Escupecocos fue la acertada. No solo salvó la esencia del juego y lo hizo más apto para todo público, sino que también creó un elemento memorable que se ha convertido en parte de la identidad de Donkey Kong 64.

Esta anécdota nos recuerda la importancia de la retroalimentación y la apertura a las ideas. La visión de Miyamoto salvó a Donkey Kong 64 de convertirse en un juego violento y lo convirtió en la aventura familiar que todos conocemos y amamos.

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La historia del Escupecocos también es un homenaje a la creatividad y la capacidad de adaptación. Ante un imprevisto, el equipo de Rare supo encontrar una solución ingeniosa que no solo mantuvo la calidad del juego, sino que lo enriqueció.

Para los desarrolladores de videojuegos, esta historia sirve como un recordatorio de la importancia de considerar a su público objetivo y crear experiencias que sean apropiadas para todas las edades. ¡Gracias a Shigeru Miyamoto por su visión y por salvar a Donkey Kong 64 de las garras de las armas de fuego!

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