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Steve Jobs ya era un genio antes de Apple cuando trabajaba en Atari pero le urgía una ducha

¿Alguna vez se han imaginado cómo olía Steve Jobs? Su biografía oficial aborda ese tema en su fase de Atari antes de fundar Apple.

Steve Jobs, muchos estaremos de acuerdo, es una de esas personas irrepetibles cuya genialidad absoluta termina marcando a un montón de generaciones. A estas alturas, en pleno 2024, a casi 13 años de su fallecimiento, es un hecho que el cofundador visionario de Apple, no solo mantiene viva su leyenda, sino que hasta nuestros días es reconocido por los revolucionarios productos tecnológicos que ayudó a crear, así como por sus excéntricos hábitos y estilo de vida que han detonado más de una anécdota.

Hay toneladas de historias en torno a las peculiaridades del comportamiento del muchacho. Desde ese boleto para el cine que le firmó a alguien cuando fue a ver Piratas del Caribe hasta esa extraña carta autografiada que le dio a alguien en 1983 donde explica por qué no regala autógrafos.

Pero hay algunos detalles que se mantienen un poco ajenos del conocimiento general de las personas, todo en buena medida debido a que hay aspectos que se han mantenido confinados en las páginas de su biografía oficial, escrita por Walter Isaacson. Gracias a ello al leer ese enorme compendio de casi 800 páginas terminamos encontrando aspectos entrañables sobre su dieta, su higiene personal y hasta sus elecciones de vestimenta poco convencionales que lo convirtieron en una figura tan fascinante como controvertida.

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Cuando Steve Jobs trabajaba en Atari apestaba, literalmente

Uno de los puntos menos abordados sobre la vida temprana de Steve Jobs como joven empleado de Atari es que el campeón por aquel entonces mantenía una dieta de Jobs poco convencional, basada principalmente en el consumo exclusivo de frutas, verduras de hojas verdes y agua, con períodos de ayuno ocasionales, lo que al final terminó convirtiéndose en motivo de constante debate.

Mientras algunos la consideraban una señal de su enfoque holístico de la salud (mismo que lo condenaría en su edad adulta al intentar combatir sus enfermedades con soluciones alternativas), otros la veían como un síntoma de sus tendencias extremas con algunos hábitos comunes para el resto de los mortales que él llevaba a latitudes inconcebibles.

Pero el punto más delicado e irónicamente hilarante, según marca la propia biografía, es que la dieta a base de frutas de Steve Jobs también dio lugar a una creencia peculiar por su parte: que las duchas eran innecesarias ya que su alimentación era completamente orgánica y natural.

Esta convicción, junto con su rechazo al desodorante, le trajo problemas serios al interior de las oficinas corporativas de Atari, donde sus colegas se quejaron de su olor corporal. De hecho la crisis por su urgencia a recibir una ducha fue tal que Jobs fue relegado al turno de noche.

Steve Jobs al final no dejó algunos hábitos pero también se inventó su uniforme

La aversión de Jobs a las prácticas de higiene convencionales no quedó ahí en ese episodio con Atari. De hecho, su biógrafo, Walter Isaacson, relata que el campeón incluso en su vida adulta avanzada se mordía las uñas constantemente, en un hábito que muchos atribuían a la intensa presión y estrés de su posición como líder en la industria tecnológica.

Fue en ese periodo que Steve adoptó lo que muchos consideran su outfit más distintivo: jersey de cuello alto negro, jeans azules y zapatillas New Balance. Una elección que, de acuerdo con un reporte de Yahoo! News, se habría en su visita a Japón en la década de 1980, donde quedó fascinado por ese concepto de uniforme tras observar a los empleados de Sony.

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De hecho Jobs habría intentado implementar un uniforme en Apple, pero ante la negativa de sus empleados, decidió adoptar él su propio uniforme, diseñado por Issey Miyake. Se dice que llegó a tener más de cien suéteres de cuello alto negros, cada uno con un costo de USD $175, simplificando así su vestimenta diaria y creando una imagen icónica que se convirtió en sinónimo de la propia marca.

Steve Jobs era un individuo con idiosincrasias únicas que desafiaban las normas sociales, pero que afortunadamente, al parecer, con el paso del tiempo, aprendió a reconciliarse con la ducha.

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