Noland Arbaugh marca un antes y un después en la historia de la tecnología. Es el primer paciente de Neuralink en portar un chip que le permite ejecutar una interfaz cerebro-máquina.
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La iniciativa de Neuralink, empresa de Elon Musk, es impresionante para las personas con condiciones de movilidad, como Noland que tiene cuadriplejía tras sufrir un accidente mientras buceaba, en el 2016.
Sin embargo, el hecho de que haya sido capaz de controlar dispositivos electrónicos con su mente hizo que muchas personas, sin cuadros clínicos graves, pensaran en instalarse el chip de Neuralink.
Y aunque ciertamente esta posibilidad sea atractiva para quienes se obsesionan con los avances de la tecnología, primero deben considerar los riesgos que corre toda persona que se someta a una operación de este estilo.
Instalación de chip de Neuralink
Para instalar el chip de la empresa de Elon Musk, un equipo médico tuvo que abrir el cráneo de Noland Arbaugh. Los profesionales, claramente preparados para este tipo de trabajos, manipulan directamente el cerebro del paciente, que es el órgano más delicado durante una intervención quirúrgica.
Las operaciones de cerebro son realizadas por profesionales que entrenan una precisión única en el mundo de la medicina. Por algo son una de las especialidades, junto con los cardiólogos, que gana más dinero en el campo de la salud.
No obstante, siempre existe el riesgo de que si llegan a tocar un tejido cerebral que no debían pueden desencadenar consecuencias irreversibles para el paciente. Además, en caso de que llegase a ser exitosa la operación, está el riesgo de que el chip falle, tal cual le pasó a Noland Arbaugh, y alguno de los hilos se retraiga en el motor más importante del cuerpo humano.
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A Noland no le pasó nada con los recientes fallos registrados en el chip de Neuralink, pero la posibilidad está latente y es un riesgo que acepta correr, porque los beneficios superan a las consecuencias en su estado.
Infobae publica una nota en la que cita a Sara Lumbreras, codirectora de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas. Esta experta advierte sobre el entusiasmo de muchas personas de ofrecerse como candidatos al chip, sin tener una condición médica por la cuál necesiten controlar un dispositivo con la mente. Noland y otros pacientes con movilidad reducida, necesitan este aparato por cuestiones obvias. Pero alguien que camina y se vale por sus propios medios no debería optar por este mecanismo.